Lo segundo, es que lo que realmente pasó el dos de octubre, fue la manifestación colorida, aplastante, transmitida a nivel global y observada por el mundo entero, de la IRRESPONSABILIDAD del pueblo colombiano. En ese día del plebiscito, se mostraron 4 grupos de colombianos:
1. Una abrumadora mayoría que no votó. Entre ellos, algunos porque no tenían la cédula inscrita. Pero entre los habilitados para votar, un 62,59% del electorado marcó la mayor abstención del país en 22 años. Estos colombianos se silenciaron a sí mismos, su opinión no cuenta, simplemente se hicieron a un lado. Irresponsables: En el momento más importante del país desde la Asamblea Nacional Constituyente de 1991, no fueron capaces de asumir la responsabilidad histórica de acudir a las urnas, de manera informada y consciente, para apoyar o no el acuerdo de paz. Una vergüenza mundial.
2. Una minoría que votó y anuló su voto.Estas personas dejaron un mensaje contundente: les importa un sieso el futuro del país. Sí, es cierto que la democracia en Colombia es más bien un chiste, y que una gran cantidad de colombianos no creemos en las elecciones. Pero eso nojustifica ni la abstención ni los votos nulos o sin marcar, puesto que, en este caso en particular, no se trataba simplemente de una elección, sino de realizar un acto muy simple para participar de un momento histórico y hacer escuchar una posición política frente al acuerdo de paz. Los más de 257.000 votos anulados son una voz de meimportaunculismo activo. Irresponsables: En este momento clave del país, no supieron asumir su responsabilidad histórica de tomar posición, y simplemente dejaron su marca de rebeldía adolescente.
3.La mayoría de los votos válidos fue por el No, por un muy estrecho margen. Lastimosamente, gran parte de quienes votaron por el No, desconocen todavía el contenido del acuerdo que rechazaron. Solo se dejaron llevar por la campaña de indignación dirigida por Juan Carlos Vélez Uribe, liderada por Álvaro Uribe Vélez y financiada por el Grupo Uribe y las empresas de Ardila Lülle, entre otros. O simplemente obedecieron lo que les ordenó su pastor, que los amenazó con visionesapocalípticas totalmente ridículas. Les alimentaron los miedos y odios con mentiras y amenazas infundadas, y en lugar de examinar el texto del acuerdo y verificar si lo que les decían era cierto, salieron a votar No. Otros votaron No de manera totalmente visceral, con un sentimiento legítimo, comprensible, de dolor y odio contra las FARC, pero sin darse cuenta que debían pensar en el país y no en sí mismos. Irresponsables: Primero, porque no asumieron su responsabilidad de votar a conciencia, conociendo el texto de los acuerdos que iban a rechazar para saber qué realmente decían, ni tuvieron la seriedad de hacer a un lado opiniones y sentimientos personales, para armarse con argumentos que consideraran la realidad de los más afectados por la guerra y respondieran a ella. Y segundo, porque nunca exigieron a los impulsores del No unas propuestas claras, reales, para en caso de ganar. Y en efecto, ganaron, y cinco días después de su victoria, no han cumplido con la responsabilidad que tienen para con todo el país y las futuras generaciones, de exponer en un documento claro, sus propuestas para mejorar el acuerdo existente, a fin de que éstas puedan ser analizadas, estudiada su viabilidad, y solicitada su incorporación a la renegociación del acuerdo. La victoria del No detuvo los dineros que llegarían al país para financiar los procesos del posconflicto, congeló los programas de desminado, entrega de menores guerrilleros, iniciación de los procesos de justicia transicional, etc. Y ha dejado al país en un limbo, con el consecuente peligro de que la guerra vuelva a estallar en cualquier momento. Y lo peor es que las pocas exigencias que han hecho, ya forman parte de los acuerdos firmados, excepto una: la impunidad para militares que pide Álvaro Uribe.
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4. Casi la mitad de los votos válidos fueron por el Sí. Los votantes del Sí apoyaron un texto escrito, definido, que incluye metodologías, protocolos, cronogramas, etc., para el efectivo desarme de las FARC, la restitución de tierras, la divulgación de la verdad, y los mecanismos para evitar que esta guerra se repita. El acuerdo fue el resultado de casi 6 años de trabajo en el que hubo amplia participación de las víctimas. Apoyar el acuerdo era necesario para continuar con una serie de programas que ya se habían iniciado, como la entrega de menores por parte de las FARC, el desminado, y la entrega de información de inteligencia al Ejército Nacional. Pero también era necesario para iniciar el proceso de justicia, reparación y no repetición, y la construcción de un país en paz en el posconflicto. Quienes votamos Sí no solo lo hicimos porque queremos la paz, porque no queremos ver más muertes, sino porque la falta de contrapropuestas viables del No, la inexistencia de un documento concreto por parte de los promotores del No, nos confirmó que el acuerdo logrado no es perfecto, pero es el mejor posible, cosa que reiteraron muchos analistas internacionales, y que se vio confirmada con el apoyo de diversos países y con el aval de la Corte Penal Internacional. Con el triunfo del No, el proceso de paz, y el país entero, quedaron en el limbo. Irresponsables: Los promotores del Sí no cumplieron con su responsabilidad histórica de mostrarles a los del No por qué sí se debía aprobar el acuerdo, fallaron en hacer pedagogía, se confiaron en las encuestas que decían que el Sí ganaría por mayoría abrumadora, fracasaron en sus intentos de desenmascarar las mentiras y manipulaciones que utilizó la campaña del No como estrategia, y no se esforzaron lo suficiente para asegurar que el proceso de paz tuviera continuidad.
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