viernes, 27 de agosto de 2010

Buscar la Verdad o Buscar Acomodar la Verdad, y Pedir «pruebas» es un Dalil claro de tu ignorancia


BUSCAR LA VERDAD O BUSCAR ACOMODAR LA VERDAD

por: Néstor Pedraza.

Una de las primeras cosas que llamó profundamente mi atención hacia el Islam, fue descubrir que es una religión que no rechaza el intelecto sino, por el contrario, anima y hasta obliga al creyente a alimentarlo y utilizarlo. “Le fe verdadera surge del conocimiento”, es un postulado islámico, y está sustentado en una serie de afirmaciones del mismo Profeta del Islam. Esta es una frase que ha sido registrada como auténtica en la tradición del Profeta (Bendiciones y Paz de Dios sean con él):

Aquel que recorre una vía buscando una ciencia en ella, encontrará una vía aplanada hacia el Paraíso por Dios”. Recopilado por Muslim.

El Corán también hace referencia muchas veces a este tema. Por ejemplo:

De todos Sus siervos, sólo quienes están dotados de conocimiento temen realmente a Dios: pues sólo ellos comprenden que, en verdad, Dios es todopoderoso, indulgente”, Sura 35:28

¿Acaso son iguales quienes saben los preceptos de su Señor y quienes no saben? Y por cierto que sólo reflexionan los dotados de intelecto”, Sura 39:9

Dios nos dio el cerebro para que lo usemos. Pero es una herramienta, y como toda herramienta puede ser utilizada de forma correcta o incorrecta, y el Islam enseña cómo utilizarlo de manera que sea beneficioso para el individuo y para la sociedad. [1]

Fueron estos preceptos los que hicieron que la civilización islámica se convirtiera rápidamente en la más abierta, avanzada, innovadora y desarrollada durante alrededor de 1,000 años. [2] Los Musulmanes nunca vieron en la ciencia un enemigo de Dios y de la religión, sino todo lo contrario: Dios y la religión le dan norte a la ciencia para que sea útil y beneficiosa a toda la humanidad. [3] De hecho, el Corán afirma que cada cosa que existe en la naturaleza, en el universo, es un signo de la existencia de Dios, signos que están a la vista de aquellos que razonan:

Ciertamente en la creación de los cielos y de la Tierra, la sucesión de la noche y el día, el navío que surca el mar para beneficio de los hombres, el agua que Dios hace descender del cielo, para revivir con ella la tierra árida, en la que diseminó toda clase de criaturas, y en la variación de los vientos y de las nubes que están entre el cielo y la tierra, hay señales para quienes razonan”, Sura 2:164.

Eso significa que el universo forma parte de la revelación de Dios a los hombres, y la ciencia por tanto, es el estudio de parte de la revelación divina. El Profeta Mujámmad (ByP) también dijo:

La búsqueda del conocimiento es un deber de todo musulmán (hombre o mujer)”. Recopilado por Ibn Maya.

Esta es una instrucción de gran poder, pues una comunidad constituida por personas que buscan activamente el conocimiento, es una comunidad, una sociedad que no se deja manipular fácilmente, un pueblo consciente de sus derechos y sus obligaciones, y esto va en total contravía con la concepción que hoy día tenemos muchas personas respecto a las religiones. Yo, de hecho, era uno de los convencidos de que la religión sólo sirve para mantener a las masas en la ignorancia, a fin de que una pequeña élite pueda usarlas para su beneficio particular. [4] Una idea surgida de una lectura ligera de Marx:

[...] el politeísmo es una diversidad de elaboradas alteraciones de la religión original, construidas para establecer métodos de opresión y engaño, y desarrollar esas falsas religiones que terminaron por ajustarse a lo que Marx describió en su famosa frase «la religión es el opio del pueblo». […] Marx y Engels reivindicaron el hecho de que las aspiraciones religiosas se han convertido muchas veces en la historia en factores de lucha y resistencia de las gentes oprimidas, en búsqueda de cambios sociales. Para Marx, no había que liberar a la gente de ello, sino de la religión entendida como ilusión (distorsión de una percepción sensorial). La ilusión de que no se puede hacer nada para cambiar el mundo, para construir una sociedad mejor, porque las cosas son como son porque Dios así lo quiere y no porque en su libre albedrío, unos pocos dediquen todo su esfuerzo y energía a mantener a los demás bajo su yugo y vivir a su costa. [...]” Tomado de Sir Bernard Shaw, un escritor cristiano socialista ateo que coqueteaba con el Islam (http://www.facebook.com/note.php?note_id=327815504820).

La búsqueda del conocimiento tiene múltiples facetas. Aquellos que no tienen los medios para recibir una educación académica formal, igual deben buscar de acuerdo a sus posibilidades el aumentar sus conocimientos y alimentar su intelecto. De igual modo, todo musulmán es consciente de que el conocimiento pertenece sólo a Dios y, por tanto, debe compartirlo. Lo poco o mucho que sabe un musulmán, debe enseñarlo a otros, no sólo a través de clases y charlas, sino viviendo el Islam para así dar ejemplo a otros. Y cuando un musulmán enseña algo a otra persona, aquellas cosas que dicha persona haga correctamente (es decir, dentro de la ley divina) gracias a esa enseñanza, Dios las retribuirá a la persona que compartió ese conocimiento como si las hubiera realizado por sí misma. Este concepto asegura el flujo continuo del conocimiento en la sociedad, y se complementa con el concepto de yijad en su aspecto intelectual: parte de la lucha interna del musulmán contra sus egos, consiste en que no acumule información y conocimiento sólo para ser reconocido como “sabio”, sino para actuar correctamente y enseñar a otros a hacerlo también.

El centro primario para compartir el conocimiento en el mundo islámico, es la mezquita. Allí se encuentran los creyentes no sólo para realizar sus oraciones, sino para aprender más sobre la forma de vida del musulmán: ética, moral, doctrina, jurisprudencia básica, etiqueta, lengua árabe, etc. Ya que en el Islam no existe el clero (Dios no puso intermediarios entre él y los seres humanos), el Imam o persona que dirige la oración, es aquel que más conoce y mejor recita el Corán, o aquel de mayor conocimiento de la religión, o el más veterano (el que lleva más tiempo practicando el Islam). Él es el primer responsable de instruir a los demás, para que lleguen por lo menos a su mismo nivel de conocimiento. También hay personas de conocimiento que se dedican a viajar, visitando mezquitas en diversos países, para compartir algo de su conocimiento con comunidades nacientes y pobres donde no se cuenta con eruditos. De esta forma, se busca que todo musulmán, hombre y mujer, tenga acceso al menos al conocimiento básico necesario para llevar una vida recta, digna, honorable y pacífica consigo mismo, con sus hermanos en el Islam, con sus vecinos y conciudadanos de otras creencias, con su familia, y principalmente, con Dios.

Por supuesto, una persona que busca el conocimiento es alguien intelectualmente activo, inquieto, que cuestiona y busca evidencias. Ese es el espíritu que el Islam desarrolla en los creyentes. Está prohibido seguir ciegamente a un erudito, por muy sabio y correcto que sea o parezca. No se puede creer en algo sin un sustento. Y en el Islam, todo debe estar sustentado en las fuentes de autoridad: El Corán en primer lugar, por ser la palabra del Creador. [5] La Sunna o tradición auténtica del Profeta Mujámmad (ByP), por haber sido el Corán viviente, el mejor exponente de cómo un ser humano puede llevar a la práctica cotidiana los preceptos coránicos en todos los niveles y circunstancas. [6] Esta Sunna está compilada en colecciones del Jadiz, principalmente las de Bujari, Muslim, Thirmidi y Malik Ibn Anas.

Como tercera fuente está el entendimiento de los Salaf (la forma como las tres primeras generaciones de musulmanes, incluyendo a los Sajaba o compañeros del Profeta, y a los Cuatro Califas Bien Guiados, entendieron y practicaron el Islam, puesto que el propio Profeta afirmó que esas primeras tres generaciones serían las mejores de la Ummah o nación islámica), y luego está el Consenso de los Sabios. Esto último se refiere a que a lo largo del tiempo, los grandes estudiosos y eruditos del Islam, han interpretado el Corán y la Sunna para derivar de ellos normas aplicables a nuevas situaciones y contextos, y aquellas opiniones en las que han estado de acuerdo una mayoría de los más reconocidos entre ellos, son consideradas correctas. Por ejemplo, el Corán y la Sunna no dicen nada específico respecto al consumo de cocaína y heroína. Pero derivando de la prohibición del alcohol, los eruditos están de acuerdo en que el consumo de estas drogas es ilícito.

También existe en el derecho islámico el iytijad, es decir, el esfuerzo que todo creyente debe hacer por comprender e interpretar correctamente lo que Dios y Su Mensajero (ByP) han ordenado. Se llama muytajid a quien estudia el fiqh (jurisprudencia islámica) y se esfuerza en aprender y practicar correctamente el din (religión y forma de vida islámicas). De las palabras del Profeta (“La búsqueda del conocimiento es un deber de todo musulmán”) deducimos que todo musulmán, hombre o mujer, está obligado a ser un muytajid. Pero esto nos despierta algunas preguntas: ¿Entonces cualquiera, aún si es nuevo en el Islam, puede interpretar por sí mismo el Corán y la Sunna? ¿Es válido para cualquiera dictar fatua (opinión legal) sobre cualquier tema, aunque no tenga formación para ello? Y si la respuesta es afirmativa, ¿cómo evitar entonces que malas interpretaciones, derivadas del poco conocimiento (y también del ego, los intereses personales, etc.) desvíen a los musulmanes y corrompan el mensaje original del Islam?

No es un tema sencillo de tratar, y se complica más cuando tomamos en cuenta que yo mismo, al escribir este escrito, estoy actuando como muytajid sin tener mayor conocimiento. A lo largo de mi vida, me he formado como autodidacta en varias áreas del conocimiento fuera del Islam, entre ellas, el desarrollo de software y la gerencia de proyectos, profesiones que ejercí con éxito desde muy joven y por casi dos décadas. Igualmente autodidacta he sido desde niño en el oficio de la escritura, que me brindó algunos premios literarios en mis tiempos de oscuridad (antes de conocer el Islam). Por ello, defiendo el valor del autoestudio y la capacidad humana de aprender con base en el esfuerzo, la disciplina, la observación, la lectura, y la experimentación (a veces, echando a perder las cosas para aprender de los errores). Tengo muy claro y con sobradas evidencias, que una persona con títulos universitarios no necesariamente es “sabia”, que la sabiduría es más que información y conocimiento académico, y que alguien que nunca pisó un campus universitario puede llegar a superar a profesores de cátedra de prestigiosas instituciones. Muchas veces, personas humildes que al parecer no tienen mayor conocimiento, son las más idóneas para enseñar sobre las cosas sencillas y realmente importantes de la vida, mientras personas con muchos títulos y reconocimientos, desconocen los rudimentos básicos de la cotidianidad, la convivencia, e incluso la supervivencia.

En ocasiones, no se necesita mucho conocimiento para darse cuenta que un Chej, un erudito, se pifió en una de sus obras, como por ejemplo, aquellos que aseguran que con sólo decir “Bismil-Lah” (en el nombre de Dios) sobre un plato de comida Jaram (prohibida; por ejemplo, cerdo o carne de animal sacrificado en nombre de otro diferente a Dios) hace que dicha comida sea Jalal (permitida para consumo del musulmán). Tal afirmación no tiene sustento alguno, por el contrario, sabemos que el hombre no puede hacer lícito lo que Dios ha hecho ilícito, ni puede hacer ilícito lo que Dios ha hecho lícito. Por ello, el Sabio, el Todopoderoso, no entregó a ninguna élite el dominio del conocimiento. Al no existir clero en el Islam, no hay justificación para que unos pretendidos “sabios” se otorguen el control del conocimiento, decidiendo ellos lo que es y no correcto, como ocurre en otras religiones donde una institución central es la encargada de establecer las normas, los dogmas, las políticas, y fuera de tal institución, los miembros no autorizados de la congregación no pueden hablar a nombre de la religión.

En el Islam no ocurre esto. Todo aquel que tiene acceso al Corán, tiene acceso directo a la palabra de Dios y puede, de acuerdo a sus posibilidades, desarrollar su capacidad para estudiarla, entenderla, aprehenderla y ponerla en práctica en su vida. Ahora bien, lo importante de esta declaración, está en la frase fundamental: “aquel que tiene acceso al Corán”. ¿Qué significa tener acceso al Corán?

El Corán es la palabra revelada por Dios al Profeta Mujámmad (ByP), quien era analfabeto, a través del ángel Gabriel (la Paz de Dios sea con él) en lengua árabe. Fue revelado en desorden (a medida que iba siendo revelado, cada parte revelada iba siendo colocada en su lugar, a modo de rompecabezas) a lo largo de 23 años. A medida que era revelado, el Profeta (ByP), quien nunca antes de eso se caracterizó por su oratoria ni por tener capacidades de poeta o narrador, lo iba recitando a la gente, sorprendiendo a todos con la belleza sublime y la calidad extraordinaria de la revelación. El Corán ha sido conservado intacto por tres vías:
  1. A través de la tradición oral. A medida que Mujámmad (ByP) iba recitando el Corán a sus seguidores, muchos de ellos lo aprendieron de memoria y lo transmitieron a las siguientes generaciones de manera oral. Desde entonces, hace más de 14 siglos, el Corán se ha transmitido sin interrupción por esta misma vía, manteniéndose vivo a través de los Jafiz (protectores) del Corán, que son personas que lo recitan completo en árabe de memoria y viven de acuerdo a sus preceptos. Hoy día existen unos 300 millones de Jafiz, hombres y mujeres, en el mundo. Adicionalmente, todo musulmán memoriza al menos una pequeña parte del Corán en árabe para poder realizar correctamente sus cinco oraciones diarias.

  2.  A través de la tradición escrita. A medida que el Profeta (ByP) recitaba el Corán, muchos de sus seguidores lo iban escribiendo en hojas, huesos, pieles, etc. Pocos años después de la muerte de Mujámmad (ByP), y bajo la estricta supervisión de memorizadores (Jafiz) del Corán, fue puesto por escrito en una versión oficial única, destruyéndose toda otra copia existente para evitar confusiones. Hoy día contamos con antiguos manuscritos que nos demuestran que el texto coránico no ha sido alterado. Por supuesto, la transmisión oral ha hecho que el texto escrito no pueda ser adulterado, pues los Jafiz siempre revisan las nuevas ediciones del Corán y verifican que no contengan errores ni cambios. Por otro lado, la lengua árabe en que está escrito el Corán sigue viva, es de uso corriente en más de 20 países, lo que facilita que millones de araboparlantes puedan acceder directamente al texto coránico, y que cualquiera que estudie la lengua árabe en profundidad pueda analizarlo en detalle, al menos desde el punto de vista lingüístico y filológico.

  3.  A través de la tradición registrada del Profeta Mujámmad (ByP). Como dije anteriormente, el Profeta era el Corán viviente. Todo lo que él dijo e hizo estaba en plena concordancia con el texto coránico, pues el Profeta (ByP) cumplió a cabalidad lo que Dios ordena en el Corán, y el Corán mismo dice que el Profeta (ByP) actuaba por inspiración divina. [ídem] Por tanto, las narraciones que forman parte de las compilaciones del Jadiz que han sido revisadas, verificadas y autenticadas muchas veces por muchos sabios a lo largo de los siglos, nos muestran cómo el Profeta aplicaba el Corán a la vida diaria, y son fuente de evidencias de que el Corán sigue siendo el mismo que él recitaba de memoria cuando estaba con vida.

Tanto el texto coránico transmitido por tradición escrita, como las recitaciones coránicas del mismo transmitidas por tradición oral, como los registros de la tradición del Profeta (ByP), están todos en árabe, siendo el Corán el texto máximo en lengua árabe, la expresión suprema del árabe, tanto oral como escrito, de todos los tiempos. Existen muchas traducciones del texto coránico a otros idiomas, y en algunas lenguas existen varias traducciones más o menos divergentes entre sí. Pero ninguna traducción es considerada el Corán, son sólo aproximaciones más o menos acertadas (dependiendo de las capacidades y habilidades, las intenciones y la honestidad del traductor) a la palabra divina. [7] Sólo el texto original en árabe, incorrupto, inalterado por más de 14 siglos, es considerado el Corán, porque es la palabra de Dios tal y como fue revelada. Por tanto, se cae de su peso que “tener acceso al Corán” significa poder leer y entender el texto coránico original en árabe.

No significa esto que alguien que no hable árabe esté relegado a aceptar ciegamente lo que se le diga respecto al Islam. Yo, por ejemplo, apenas estoy en los niveles básicos de aprendizaje del árabe, sin embargo, trato de compensar tal deficiencia leyendo no una sino varias traducciones comentadas del Corán al español y al inglés (también tengo una al portugués), más varias traducciones de Jadiz al español e inglés, más diferentes libros en estos dos idiomas respecto a múltiples temas islámicos, que por supuesto, deben sustentarse siempre en el Corán y las compilaciones del Jadiz. Leo e investigo, comparando versiones y opiniones de diferentes autores, y preguntando directamente al Imam de mi mezquita (que es Jafiz) y a personas de conocimiento que tengo la fortuna de conocer personalmente, gracias a Dios. Así procuro llegar a la verdad, sin seguir a una sola fuente o a un solo grupo de manera ciega. A pesar de ello, soy consciente de que estoy al nivel de un niño de primaria, quizá precoz e inquieto, pero dependiente de la calidad y cantidad de fuentes de información a las que tengo acceso, limitado por mi incapacidad de ir directamente a las fuentes en su idioma original. También soy consciente de que al investigar de varias fuentes, no estoy en capacidad de decidir por mí mismo cuál de las opiniones es la mejor, la más fuerte, o la verdadera. Al encontrar opiniones divergentes, pregunto a alguien que tenga un nivel de conocimiento muy superior al mío, de preferencia alguien que conozca bien la escuela de jurisprudencia (madjab) en la que me estoy formando (Chafí). Al final, el fruto de mis investigaciones me deja con una visión bastante clara de qué es lo correcto de acuerdo a mi madjab, y qué otras opiniones hay, cuáles de esas otras opiniones son consideradas correctas en otras escuelas de jurisprudencia islámica, y cuáles definitivamente son consideradas incorrectas, ya sea porque corresponden a creencias de sectas, o porque es una opinión solitaria contraria a la que ha sido aceptada por consenso.

En tales condiciones, sólo me queda hacer dos cosas: primero, practicar lo que aprendo de la mejor forma posible, suplicando permanentemente a Dios que me dé Su luz y me permita aumentar mi conocimiento. Y segundo, esforzarme de manera continua, metódica y sistemática, por sacar el mayor provecho de las fuentes de que dispongo, por obtener más y mejor información, por compartir con hermanos de mayor conocimiento y aprender de su ejemplo, y por estudiar el árabe tanto como me es posible. Sobre todo, buscar la humildad. Si estoy convencido de algo y creo tener pruebas de ello en el Corán y la Sunna, pero los eruditos se han pronunciado al respecto de forma distinta, lo primero que debo pensar es “puedo estar equivocado, quizá me falta información a tener en cuenta”, y no “los eruditos se han equivocado durante 14 siglos y yo he descubierto la verdad”.

Lo que uno no puede hacer, siendo que no tiene el nivel académico y vivencial suficiente, y ni siquiera el conocimiento de la lengua árabe, es poner en duda a priori las opiniones en las que los sabios han llegado a consenso. Por ejemplo, hay bastantes citas coránicas que nos demuestran que el Islam estaría incompleto sin la Sunna del Profeta (ByP) y que seguir sólo el Corán no es suficiente. [8] Cuando leo un artículo o libro respecto a este tema, o hablo con alguien de mayor conocimiento que yo, y recibo como pruebas algunas de estas aleyas coránicas, yo las verifico en varias traducciones del mensaje del Corán, y quedo satisfecho. Sin embargo algunas personas, con el fin de sustentar sus opiniones personales, su intuición, o las creencias de su secta (en este caso particular, alguna de las sectas coranitas), aseguran que, con mero “sentido común” y autoestudio, sin saber árabe ni haber profundizado en estudios de fiqh, pueden poner en duda las evidencias que se les muestran, cuestionan los argumentos de los eruditos, y exigen que se les exponga el texto en árabe (aunque no puedan ni leerlo) y se les explique su significado, palabra por palabra, para buscar así variaciones que les permitan, al descontextualizar el texto, reinterpretarlo a su acomodo. En tanto no haya una persona de conocimiento dispuesta a perder su tiempo dictándole clases de mecánica cuántica avanzada a un estudiante primerizo de aritmética elemental, estos “eruditos express aseguran que, sencillamente, nadie puede rebatir sus ideas contrarias a las de los sabios, y por tanto, “tienen la razón”. Con este razonamiento falaz, se dedican a difundir información errónea, denostando de las grandes obras clásicas del conocimiento islámico, menospreciando a quienes dedicaron su vida entera al estudio y la enseñanza de las ciencias islámicas.

No podemos seguir a ciegas a ningún “iluminado” o sabio. No podemos tragar entero sin pedir pruebas. Pero tampoco podemos ser tan arrogantes como para subirnos por primera vez en la vida a un cuadrilátero, y al otro día retar al campeón mundial. En la película The Matrix, con sólo una una computadora conectada directamente al cerebro, los personajes aprenden en cuestión de segundos desde Kung-Fu hasta cómo volar un helicóptero. Es el sueño de los facilistas que quieren todo rápido, sencillo, en cápsulas de rápido efecto. Pero la sabiduría, que tiene como prerrequisito la paciencia, sólo se adquiere con constancia a lo largo de años, y sólo si Dios quiere.

Publico a continuación un artículo que dedico especialmente a aquellos que, después de leerse un par de libros, desconociendo incluso la biografía de sus autores y el contexto en que fueron escritos dichos libros, desconociendo también la trayectoria de sus traductores y las críticas (positivas y negativas) hechas a tales obras y a sus traducciones, consideran que ya tienen el conocimiento suficiente para dictar fatuas y para cuestionar con dureza las opiniones de los grandes eruditos de la historia del Islam.

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NOTAS

[1] Véase “Leyendo la economía de Rodolfo Llinás” (http://mensajesenlaruta.blogspot.com/2009/11/leyendo-la-economia-de-rodolfo-llinas.html).

[2] Véanse “El Renacimiento Empieza en Córdoba” (http://mensajesenlaruta.blogspot.com/2010/02/el-renacimiento-empieza-en-cordoba.html) y “Sir Bernard Shaw, un escritor cristiano socialista ateo que coqueteaba con el Islam” (http://mensajesenlaruta.blogspot.com/2010/02/sir-bernard-shaw-un-escritor-cristiano.html).

[3] Véase “Sobre la Relación entre Religión y Ciencia” (http://mensajesenlaruta.blogspot.com/2010/04/sobre-la-relacion-entre-religion-y.html).


[5] Véase “La Biblia y el Corán frente a la pobreza y el hambre” (http://mensajesenlaruta.blogspot.com/2009/11/la-biblia-y-el-coran-frente-la-pobreza.html).

[6] Véase “No hay Islam sin Sunna” (http://www.facebook.com/note.php?note_id=425440614820).


[8] Véase “No hay Islam sin Sunna” (http://www.facebook.com/note.php?note_id=425440614820).

 


PEDIR «PUEBAS» ES UN DALIL CLARO DE TU IGNORANCIA

Por: Dr. Ridhwan Salim



En el nombre de Al-Lah. Toda alabanza Le pertenece, nuestro Señor y Protector, y que la paz y las bendiciones sean con Su último Profeta.

Las notas que siguen no son formuladas con la intención de ofender nadie. Amamos a todos nuestros hermanos que aman a Al-lah y a Su Mensajero (ByP), y que trabajan sinceramente por el Din, sea cual sea la orientación que hayan elegido. Si las palabras que siguen pueden parecer duras para algunos, es porque la gravedad de la época en la que vivimos nos constriñe a ir directamente a lo esencial.

Este breve comentario resulta del hecho de que se me ha pedido un pronunciamiento jurídico con respecto a un cierto asunto. El autor de la pregunta quería también conocer las «pruebas» que apoyan este fatua. Y me di cuenta de que tenía la intención de comparar las «pruebas» dadas por las diferentes personas a las cuales había formulado la pregunta, a fin de determinar por si mismo cual sería el pronunciamiento mas «fuerte».

Me pareció que el hecho de exponer las «pruebas» sacadas de la Escuela Jurídica Janafí con respecto a esta pregunta a una persona tan inexperta, era inapropiado. Intentaré explicar por qué. 

He citado el pronunciamiento de la Escuela Jurídica Janafí, y le dije: tal fatua, si viene de una de las cuatros escuelas jurídicas de Ajlus Sunna wal Yamá, es el resultado del estudio, de la investigación y del iytijad de centenares de sabios dentro de los más importantes que conlleva esta Umma, y que han contribuido a elaborar, revisar y corregir los pronunciamientos jurídicos de cada escuela. Eran maestros en las ciencias del Din, y muchos de ellos habían memorizado mas de cien mil hadices de nuestro Amado Profeta (ByP). Muchos sabios de la escuela jurídica Janafí alcanzaron el grado respetado de «Jafiz al Jadiz».

Además, se contaban dentro de los que habían alcanzado los niveles más altos de piedad y de temor hacia Al-Lah, lo que está sobradamente documentado en sus biografías respectivas. Por lo que aceptamos con gusto el pronunciamiento que han dado sin tener que interrogarse con respecto a sus «pruebas», y nos apartamos de los que no se someten a la autoridad de los grandes sabios de la Umma, y que quieren examinar las «pruebas» para cada pronunciamiento, a pesar de que la mayoría de ellos no hayan completado ni una formación básica en las ciencias del Din, o ni siquiera han estudiado uno de los libros auténticos de Jadiz con un maestro.

Que tal inexperto pida «pruebas» es ridículo. Es como si alguien que ni siquiera ha estudiado la ciencia física en el colegio empezara un debate con respecto a la teoría de la relatividad con un gran profesor de física. O como si alguien que ni siquiera tiene el conocimiento básico en biología o química debatiera con un eminente doctor sobre cuál medicamento es preferible para curar tal o cual enfermedad.

¿Quién no se reiría de tal persona? ¿Piensas que un profesor se dignaría a hacerle caso? No querría perder su tiempo empezando la discusión con él. Si tal persona desea realmente dar su impresión respecto a la física teórica, tendrá primero que estudiar la ciencia física durante dos años en el colegio, después dos años en el liceo para tener su bachillerato, después deberá adquirir una licenciatura (3 años), después una maestría (1-2 años), después un doctorado (3-5 años). ¡Después de esto, esta persona recién estará en condiciones de discutir con el profesor!

Similar, o peor aún, es el musulmán que ni ha completado un estudio básico en el Derecho Islámico, y que se permite confrontar a los más importantes juristas de la Umma dentro de los piadosos predecesores (Salaf) y sus sucesores (Jalaf). ¡Ni siquiera tiene la herramienta básica que le permite comprender o evaluar una «prueba»!

¿Acaso piensas que emitir un pronunciamiento con respecto a la jurisprudencia islámica es más simple que pronunciarse en el tema de la física teórica?

El simple hecho de que pidas una «prueba» es en sí mismo un Dalil claro de tu ignorancia de lo que implica el proceso del iytijad. 

¿Acaso piensas que dar una «prueba» consiste simplemente en citar un versículo del Corán o un Jadiz? 

Siendo inexperto o debutante en el conocimiento sagrado, tu papel no consiste en pedir pronunciamientos jurídicos con sus «pruebas». Tu papel se limita a pedir los pronunciamientos jurídicos únicamente, los de una de las cuatro escuelas jurídicas reconocidas (Janafí, Jambalí, Chafí, Malikí), sabiendo bien que estos pronunciamientos están basados en un conocimiento y un estudio profundo de las fuentes.

Si estás realmente interesado en las «pruebas», entonces emprende el proceso necesario para estudiar las ciencias del Din. ¡Te animamos a eso vivamente! Alcanzar un nivel básico te tomará entre 5 y 8 años de estudios serios. ¡Esto es solamente para el 'diplomado básico', antes de empezar la especialización! 

Te aseguro de que las escuelas jurídicas no dan pronunciamientos sin «pruebas». Las obras enciclopédicas de referencia que tratan con detalle los argumentos para los pronunciamientos de la escuela jurídica Janafí son numerosos y bien conocidos, y sus autores son grandes maestros del Jadiz y de jurisprudencia. Por favor, no dudes en consultarlos cuando quieras ver las «pruebas» de un pronunciamiento jurídico dado. Pero una persona neófita como tú, cuando lea este tipo de obra, no tendrá la capacidad de entenderla, del mismo modo que un niño en el colegio que intenta leer los trabajos especializados de física cuántica o de investigación médica, saldrá de su lectura más desorientado que otra cosa.

Ya es tiempo de hacer prueba de humildad. Si eres un niño en el colegio, debes estudiar las bases, y aceptar lo que te dicen tus profesores por el momento. Dentro de varios años, si eres un alumno inteligente y trabajas duro, entonces tal vez serás capaz de discutir teorías complejas y hacerte tus propias opiniones.

Por desgracia, dentro de las innovaciones condenables de nuestra época, figura un movimiento que se desarrolló en el seno de nuestra Umma, rechazando la idea de seguir las cuatro escuelas jurídicas conocidas, e invitando los musulmanes medios a investigar sobre cada pronunciamiento, a fin de poder hacerse sus propias opiniones y forjar su propia vía (esa es la Sunna del cantante americano, Frank Sinatra, que cantaba « I did it my way », pero no la Sunna de los sabios de los Salaf). Si piensas que estando en el colegio puedes dar tus opiniones acerca de la teoría cuántica, entonces ¡Ahlan wa sahlan!

Pero debes ser advertido de que lo que haces, es decir dar una fatua, un pronunciamiento jurídico, directamente a partir de los textos, y sin tener la cualificación para hacerlo, está absolutamente prohibido (es jaram). Si todo el mundo tuviera así el derecho de dar pronunciamientos jurídicos, o de elegir entre ellos, imaginemos qué desorden y qué caos seria la Chariá. (Añadimos que el hecho de que seas Árabe o que hables Árabe no te hace automáticamente un Mufti cualificado). Todas las disciplinas tienen metodologías que permiten su estudio. La jurisprudencia islámica y su metodología jurídica es una de las disciplinas mas difíciles, y toma muchos años volverse competente en el tema.

Para volverse abogado, por ejemplo, tienes que obtener excelentes resultados escolares y después obtener un diploma de Derecho. Pero igual después de esto tienes que rendir exámenes de entrada a la magistratura. ¡Y esto no basta! Después tienes que pasar varios años bajo la tutela de un abogado confirmado antes de obtener la autorización necesaria para practicar por ti mismo. ¡Y todo eso, simplemente para volverse un abogado subalterno! Después, ¿cuántos años de investigación continua y de experiencias, serán necesarios para que te vuelvas un eminente abogado, o un juez en el Tribunal supremo?

Pues es muy extraño que cada uno en nuestra Umma se considere suficientemente cualificado para dar pronunciamientos jurídicos, después de haber leído algunos versículos del Corán y una versión resumida del Sajih de al Bujari. Se trata del reflejo de nuestra profunda ignorancia con respecto al asunto tratado… ¿Ni siquiera has entrado en la escuela de derecho y quieres pronunciar juicios legales?

¡Eres un niño en la escuela y quieres entrar en un debate con profesores!

¡Sé humilde! Si deseas discutir de cuestiones de derecho islámico, anda y siéntate a los pies de los sabios, los herederos de los profetas (que la Paz sea con ellos), y estudia con ellos. Aprende su buen carácter así como su ciencia, purifícate, de forma que te vuelvas un recipiente digno de hospedar la luz de la ciencia sagrada.

Si has pasado tu vida en el estudio de la mecánica o de la medicina, o te has consagrado al comercio en vez de buscar la ciencia sagrada, y ahora que tienes una edad más avanzada, decidiste volverte un poco más «religioso», empieza por ir a la mezquita, etc. Por favor, no creas que puedes seguir una formación acelerada en el Din simplemente leyendo «Fiqh as-Sunna» o el Tafsir de al-Mawdudi, y llegar así a un nivel que te permita debatir con los sabios. Deja las cuestiones del Din a los que consagraron su juventud y numerosas años de su vida al estudio de las ciencias sagradas.

Como solía decir uno de mis maestros: «Se trata de Din y no de tin (higo)». Se trata de la enseñanza del Islam. No es el juguete de cualquiera. Es la influencia de occidente que dio a la gente esa arrogancia que les permite creer que pueden pronunciarse acerca de todos los asuntos, desde la Teología hasta la Ley Islámica. La verdad es que no eres capaz de evaluar las «pruebas» de un pronunciamiento jurídico y llegar a una conclusión por ti mismo, para saber cuál es el más «fuerte».

Recuerdo que una vez empecé una discusión con un joven de 18 anos, cráneo rasurado, vestido de jean y de una cazadora de cuero, al exterior de la mezquita de mi barrio. Practicaba su religión desde hacía dos años. Me explicaba tranquilamente cómo examinaba las «pruebas» planteadas por las diferentes escuelas jurídicas sobre cada «cuestión» y como podía concluir por sí mismo cuál fatua era más fuerte. El hecho de que no conociera ni una palabra del idioma Árabe no bastó para disuadirle de seguir sus actividades escolásticas; ¡tomaba la traducción del inglés, evidentemente!

Por desgracia, este pobre hermano, así como los que se le parecen, no tienen la menor idea de la complejidad de los pronunciamientos jurídicos ni de la envergadura de las discusiones en las escuelas con respecto a cada cuestión. No se dan cuenta de que en realidad «siguen ciegamente» al primer «sabio» que viene, y las informaciones que les presenta sobre esta «cuestión». En verdad, nunca han verificado las fuentes mismas, por ejemplo las obras de referencia de las cuatros escuelas jurídicas, para ver lo que se encuentra en estas al respecto. Es bien conocido que no podemos ir en la búsqueda de pronunciamientos Janafí en las obras Chafí y viceversa, porque los pronunciamientos de las otras escuelas jurídicas no están siempre bien presentados. Hay que buscar directamente en los textos de la escuela misma.

Voy a dar un ejemplo simple en el cual los pobres hermanos y hermanas piensan haber realizado un formidable “iytijad”, por el que llegaron a su “propia” conclusión sobre un asunto dado (después de haberse “dado cuenta” que las cuatros escuelas jurídicas están equivocadas desde hace más de 1400 años). Esta cuestión es la de la posición de las manos durante la oración. Vemos frecuentemente hoy a los musulmanes rezar con las manos sobre sus pechos o sobre su cuello en vez de tomar la posición tradicional de las manos arriba o abajo del ombligo, lo que era la práctica de los musulmanes desde hace más de mil años. De hecho, las cuatros escuelas son unánimes con respecto al hecho de que las manos deben ser puestas justo arriba o abajo del ombligo, en ningún caso sobre el pecho (excepto para las mujeres en la escuela Janafí), y menos sobre el cuello. (Ciertos Malikí consideran que la Sunna es dejar los brazos en los costados).

Sin embargo, ¡los jóvenes «muytajid» del siglo XXI son mucho más sabios!. Evidentemente, todos estos eminentes expertos en jurisprudencia de las cuatros escuelas conocían “Fiqh as-Sunna”, guía esencial para todo joven muytahid. Además, que está también disponible en una versión muy práctica, traducida para los “muytajid” que no hablan el idioma árabe. Basta simplemente abrir el capítulo intitulado: «Los actos Sunna de la oración, La posición de las manos» (vol.1, p.132) para descubrir que at-Tirmidhi relata un Jadiz según el cual el Profeta (ByP) rezó con las manos sobre el pecho, y que at-Tirmidhi considera este hadiz como “Jassan”. Podemos también leer que un jadiz similar se encuentra en «El Sajih» de Ibn Juzayma y que Ibn Juzayma “lo considera como Sajih”. 

¡Ahí está! ¡El muytahid ha hecho su trabajo! Ahora es evidente que para él existen Jadiz Sajih al respecto. (No tiene idea de quién es Ibn Juzayma… ¡pero sí que se trata de alguien importante!) Entonces lo tiene claro: ¡las cuatros escuelas jurídicas están totalmente equivocadas! Después, veremos al hermano en la mezquita de su barrio poner sus manos bien alto en su pecho, echándoles miradas despectivas a los otros que siguen “ciegamente” los madjab (las escuelas jurídicas).

Ahora, miremos las «pruebas» dadas en el «Fiqh as-Sunna». Lo que descubrimos es impresionante.

Primero, los que estudiaron realmente «Al-Yamí» de at-Tirmidhi se darán cuenta de que at-Tirmidhi no menciona este Jadiz en el cual el Profeta (ByP) hubiera rezado con las manos sobre el pecho... ¡y menos que esté clasificado como Jassan! Un error muy grave por parte del autor de «Fiqh as-Sunna».

Segundo error, mayor aún: aunque Ibn Juzayma mencione efectivamente el jadiz en el que el Profeta (ByP) pone sus manos sobre el pecho en la oración, no lo considera como auténtico (Sajih). En realidad, Ibn Juzayma no hace ningún comentario con respecto a la autenticidad de los Jadices que relata en su libro. Pero los que conocen la metodología de Ibn Juzayma se darán cuenta de que es muy probable que no consideró esta narración como fuerte. Primero, no menciona el hecho de poner las manos sobre el pecho en el título a principio de este capítulo (lo cual es su método habitual para indicar su comprensión del estatuto jurídico de las narraciones del capítulo). Segundo, dispuso la narración al final del capítulo, lo que indica también la debilidad de esta. 

Pero de todas formas, una mirada de la cadena de transmisores de este Jadiz permite comprobar que contiene a Mu'ammal ibn Isma'il, quien es un narrador débil según los dichos de la mayoría de los sabios del Jadiz, debido a su memoria horrible. El Imam al-Bujari lo considera como un «munkar al-Jadiz», ¡lo que significa que los Jadices que relata son automáticamente descartados! Existen otras críticas con respecto a esta narración, pero no las explicaremos aquí.

Ahora, vemos donde está el problema: Al final, ¡el joven muytajid no era realmente un muytajid! En verdad, ha sido un “seguidor ciego” de la peor especie. Ha leído un capítulo de “Fiqh as-Sunna” y aceptó “ciegamente” lo que ha leído en este, pensando haber realizado un formidable iytijad. ¡Y ni te imaginas cuántos errores se encuentran en este libro! Hoy en día, es uno de los libros más populares para los musulmanes. Los errores citados más arriba son errores muy graves. Escuché uno de mis maestros declarar que los errores contenidos en este libro son mucho más graves que las falencias benignas que podemos a veces constatar en los escritos de los sabios. Indican al contrario la imperdonable y real ignorancia del autor.

En definitiva, la realidad es que serás un imitador ciego (muqal-lid), lo sepas o no. Por lo tanto simplemente tienes que elegir a quien quieres seguir: al autor de “Fiqh as-Sunna”, o a una de las cuatros escuelas jurídicas Sunni reconocidas. Al final, el estudio de las pruebas y de los pronunciamientos jurídicos no es un mal en sí, pero necesita un contexto y un medio bien preciso.

Muchos otros comentarios podrían ser hechos al respecto, pero nos contentaremos con lo que ha sido dicho. Imploramos a Al-lah para que nos cubra con Su Misericordia y nos guíe hacia la verdad en todo asunto, y que nos permita seguir esta verdad, y actuar continuamente según lo que Le satisface. Que la Paz y la Misericordia de Al-Lah sean con Su Mensajero (ByP), su familia y todos sus Compañeros (C). Toda alabanza pertenece a Al-Lah, Señor de los Mundos.

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