jueves, 1 de abril de 2010

Los Últimos Hallazgos Arqueológicos Bíblicos y la Autenticidad de la Biblia Actual

Los Últimos Hallazgos Arqueológicos Bíblicos y la Autenticidad de la Biblia Actual


Autor: Said Abdunur Pedraza

  
Hoy día es común escuchar a muchos cristianos repetir que la Biblia es una sola, totalmente auténtica, sin alteraciones, y que la prueba de ello es que los antiguos manuscritos conocidos como “Rollos del Mar Muerto” han demostrado que los textos bíblicos no han cambiado en 2.000 años. Otra prueba estaría en el Diatessaron, una armonía (combinación de evangelios en un solo texto) escrita por Taciano hacia mediados del siglo II d.C.

En mi artículo "De Cómo la Biblia ha Cambiado con el Tiempo" hago una exposición sobre las investigaciones de eruditos bíblicos judíos y cristianos, que en los últimos 600 años han demostrado que el Pentateuco ha sido alterado, modificado y combinado de diferentes formas, al menos por 6 autores distintos, a lo largo de varios siglos. Pero, ¿los rollos del Mar Muerto han demostrado lo contrario? ¿Seis siglos de investigaciones han sido derrumbados por un hallazgo arqueológico que ha despejado toda duda? ¿Qué nos muestra el Diatessaron respecto a los evangelios canónicos? ¿Todos los hallazgos arqueológicos modernos son consistentes en llevarnos a una misma conclusión?



Los Rollos del Mar Muerto

Los llamados Rollos del Mar Muerto son una colección de textos encontrados en las cuevas de Qumrán, en Palestina, en 1947. Se trata de más de 800 manuscritos en hebreo antiguo, arameo y griego antiguo sobre cuero y papiro, entre los que se encuentran la versión más antigua conocida del libro de Isaías (casi completa, pero no completa como afirman algunos). La biblioteca de textos de Qumrán está conformada principalmente por libros sectarios, es decir, libros que se refieren a las concepciones teológicas, escatológicas, morales y éticas de la secta que los escribió: los esenios, una secta de judíos ascetas que utilizaban un calendario solar distinto al que estaba vigente de forma oficial entre la mayoría de los judíos. Los esenios tenían una serie de ideas y prácticas que los distinguían de los fariseos y los saduceos, y entre sus libros están los manuales y reglamentaciones de la comunidad que vivía en un complejo en Qumrán, aislada del resto del mundo en medio del desierto. De tal manera que los Rollos del Mar Muerto son útiles principalmente para conocer la forma de vida de los esenios. Aunque algunos han querido relacionar de alguna forma a estos rollos con los inicios del cristianismo, la verdad es que no ha podido establecerse relación alguna entre los esenios y Juan el Bautista, Jesús, los discípulos de Jesús, ni los líderes de las iglesias primitivas. Por el contrario, estos rollos han desvelado diferencias profundas entre las costumbres, creencias, prácticas religiosas, incluso la dieta, de esenios y personajes del Nuevo Testamento, incluidos Juan el Bautista y Jesús.

Los textos de Qumrán fueron escritos entre la segunda mitad del siglo II a.C. y el año 68 d.C, cuando la comunidad fue destruida por los romanos, probablemente como parte de sus guerras contra los judíos (el segundo templo de Jerusalén fue destruido en 70 d.C.) Esta era una comunidad judía muy estricta, a la que no habría sido fácil ingresar, y que se había aislado para evitar mezclarse con las ideas y costumbres de los demás judíos de su tiempo, a quienes consideraban impuros y desviados. Místicos y monásticos, se dedicaron a una vida de oración y trabajo en estricto cumplimiento de la ley mosaica, y no hay evidencia  sólida de que hayan conocido sobre Jesús. Tampoco existe evidencia de que los escritos de los esenios hayan sido conocidos por alguna de las comunidades de nazarenos (seguidores de Jesús) originales. En algunos de los textos de Qumrán se nombra al Maestro de Justicia, pero no debe confundirse éste personaje con Jesús de Nazaret. El Maestro de Justicia es un esenio que vivió en el siglo II a.C.

Debido a lo anterior, no es posible validar en forma alguna los textos del Nuevo Testamento con los encontrados en Qumrán. ¿Y los del Antiguo Testamento?

En Qumrán no se encontró una copia original de la Biblia, como algunos imaginan. Ni siquiera una copia del Antiguo Testamento. Se encontraron fragmentos de la mayor parte de los libros del Antiguo Testamento, incluyendo algunos deuterocanónicos, no textos originales sino copias de copias e incluso traducciones de copias. [1]

Ahora bien, no puede hablarse de estos fragmentos del Antiguo Testamento de una forma general. El libro de Isaías es el único que se encontró casi completo, y muestra que la versión que se conocía de este libro con anterioridad es bastante (no completamente) fiel a esta copia esenia, la más antigua que se ha encontrado hasta ahora. ¿Eso significa, entonces, que la Biblia entera actual es fiel a la original? De ningún modo. Como dije anteriormente, no puede validarse un solo versículo del Nuevo Testamento a partir de los Rollos de Qumrán. Y en cuanto al Antiguo Testamento, este libro de Isaías es una copia del siglo II a.C. Para ese entonces, ya la Torá había recibido una serie de alteraciones y modificaciones a lo largo de más de 1.200 años, entre ellas se le había sumado un libro nuevo, el Deuteronomio, en 622 a.C. [2] Y si el canon oficial de la Torá no fue establecido hasta el siglo VII a.C., el canon de la Biblia hebrea o Tanaj aún no estaba completo. El libro de Daniel, por ejemplo, no fue incluido hasta el siglo IV a.C. La Biblia católica incluye los denominados deuterocanónicos, que fueron incluidos en el canon judío de Alejandría en el siglo II a.C., pero que son rechazados por judíos y protestantes, como Sabiduría de Salomón, Baruc, Judit, y las versiones extendidas de Ester y Daniel. En los deuterocanónicos católicos se incluyen Macabeos I y II, mientras que Macabeos III y IV se consideran hoy apócrifos. [3] Por último, el libro de Isaías encontrado en Qumrán muestra varias diferencias con el texto masorético del siglo X que es utilizado para las traducciones protestantes modernas.

De tal suerte que hoy en día no hay un único Antiguo Testamento, y aún si así fuera y éste resultara idéntico al del siglo II a.C., esto no obviaría el hecho de que los originales ya habían sido alterados en esa época.

Si esto no es suficiente, debemos también tener en cuenta que el Antiguo Testamento de las Biblias cristianas, no es el mismo Tanaj de la Biblia hebrea. La Biblia que usan los judíos tiene los libros en diferente orden que la que usan los cristianos, y estos libros tienen nombres distintos. Para los judíos, esto no es baladí: el orden de los libros es fundamental para comprender el mensaje bíblico. Por otra parte, los judíos acusan a los cristianos de haber tergiversado el texto del Antiguo Testamento, haciendo alteraciones y traducciones acomodadas para justificar las doctrinas del Nuevo Testamento con los textos del Antiguo:

La Biblia incluye los textos que las diferentes Iglesias Cristianas consideran sagrados, que no siguen necesariamente el canon Judío. Por ejemplo Tobit, Macabeos, etc. […] En el Tanaj los textos están compilados de acuerdo a un cierto orden. Este orden es crucial y no una cuestión de menor relevancia, ya que comienza desde lo más fundamental normativo, hasta lo de menor valor legal. En la Biblia, los textos son arreglados de un modo diferente, tendientes a demostrar como válido desde el punto de vista Bíblico el surgimiento del Cristianismo” [4]
De modo que no sólo desconocemos qué tanto del Tanaj original estaba presente en las copias esenias del siglo II a.C., sino que los textos actualmente aceptados del Tanaj y del Antiguo Testamento no coinciden plenamente entre sí. ¿Cómo hablar entonces de una única Biblia?


La selección del Nuevo Testamento

La conformación del Nuevo Testamento tampoco fue algo sencillo. No disponemos de un solo manuscrito original de cualquiera de los libros que lo conforman. El Nuevo Testamento, tal y como lo conocemos, ha sido reconstruido a partir de más de 5.000 fragmentos en griego antiguo, y entre ellos no hay dos fragmentos de un mismo libro bíblico que coincidan completamente. Robert W. Funk, fundador del Seminario de Jesús (un equipo independiente de investigación en el que han trabajado unos 200 eruditos bíblicos), afirma que no existen dos copias iguales de ningún libro del Nuevo Testamento. Él asegura:

“Se ha estimado que hay más de 70.000 variantes significativas en los manuscritos griegos del Nuevo Testamento. Tal montaña de variaciones ha sido reducida a un número manejable por las ediciones críticas modernas que ordenan, evalúan y eligen entre la miríada de posibilidades. Las ediciones críticas del Nuevo Testamento griego utilizadas por eruditos son, de hecho, creaciones de los críticos textuales y editores. No son idénticas a ninguno de los manuscritos antiguos sobrevivientes. Son una composición de muchas versiones distintas.” [4b]

El Diccionario Bíblico de Harper asegura que no existió ninguna lista canónica del Nuevo Testamento antes del año 150. Al parecer, el primer cristiano en proponer un canon para el Nuevo Testamento fue Marción, gnóstico que consideraba válidas sólo las doctrinas de Pablo. Su paulismo lo llevó a rechazar todo libro que de alguna forma contradijera a Pablo. Además, Marción era profundamente anti judío, por lo que fomentó una ruptura total del cristianismo con sus raíces judaicas, lo que implicó rechazar la ley mosaica que practicaban con tanto celo los esenios y que fue practicada por Jesús y los primeros nazarenos:

“Marción era originario de Asia Menor, nacido hacia 100 de padres cristianos. Emigró a Roma y allí propagó sus ideas en una obra llamada Antítesis, que pretendía establecer una incompatibilidad total entre la Ley y el Evangelio. Marción rechazó todo el Antiguo Testamento, reteniendo de las nuevas Escrituras lo que llamaba Evangelio y Apóstol, que correspondía solamente al Evangelio de Lucas y las Cartas de Pablo, con excepción de las pastorales.  Además, extrajo de los escritos de Lucas y Pablo todo cuanto pudiera considerarse favorable al Antiguo Testamento.” [4c]
Tertuliano de Cartago se convirtió al cristianismo heleno hacia 195 e hizo su propio intento de definir un canon del Nuevo Testamento. Para ello, rechazó a todas las iglesias y doctrinas ajenas a su iglesia (que se convertiría con el tiempo en la Iglesia Católica Romana) con un argumento sencillo: si bien todos los que la iglesia cristiana helena denominaba herejes basaban sus argumentos y doctrinas en la Biblia, Tertuliano afirmó que esto no era válido como recurso legal, puesto que “las Escrituras le pertenecen a la Iglesia” y no a ellos. Es decir, para Tertuliano, no importaba si los argumentos de los “herejes” tenían más fundamento bíblico que las doctrinas de los cristianos helenos paulinos, sencillamente la Iglesia tenía razón y era dueña de la Biblia, por lo que nadie tenía derecho a usar la Biblia en contra de la Iglesia, aunque tuviera razones de peso claramente fundamentadas en el texto bíblico. Lo curioso es que el propio Tertuliano abandonó la Iglesia por considerarla demasiado laxa en cuanto a la disciplina eclesiástica, y abrazó el Montanismo (movimiento cristiano apocalíptico de moral muy estricta) en 207.

Orígenes, discípulo de Clemente de Alejandría, se ordenó sacerdote en 230, intentó también establecer un canon del Nuevo Testamento, sin éxito. Orígenes reconocía la autoridad de los cuatro evangelios que hoy día están canonizados, pero también consideraba autoridad el Evangelio de los Hebreos, y expresó reservas respecto a la validez de Santiago, 2 Pedro, y 2 y 3 Juan. Para Bruce Metzger, profesor de teología y editor bíblico estadounidense, Orígenes, al igual que Clemente, acepta cualquier texto que le parezca atractivo o convincente y  lo considera como “divinamente inspirado,” lo que nos indica que no tenía una metodología rigurosa ni mucho menos, para validar qué libros merecían estar en la Biblia por su autenticidad.

El siguiente en tratar de establecer un canon del Nuevo Testamento fue Eusebio, Obispo de Cesárea, que abandonó el arrianismo (una de las formas originales de cristianismo unitario) cuando éste fue declarado herejía en el Concilio de Nicea en 325, concilio en el que se estableció la Trinidad como dogma oficial de la iglesia de Roma. Más tarde, Eusebio escribió su Historia de la Iglesia, obra en la que no pudo establecer cuál era la Biblia verdadera, o al menos, la oficial. Por ello, a la hora de listar los libros bíblicos, recurrió a establecer tres categorías: los reconocidos por todos los autores que él consideraba ortodoxos (miembros, por supuesto, de la Iglesia de Roma, es decir, cristianos helenos paulinos), luego los reconocidos por al menos uno de esos autores ortodoxos, y por último, los libros considerados como heréticos por esos mismos autores. De especial relevancia para las iglesias apocalípticas de hoy día, es que en aquel entonces, Eusebio catalogó el Apocalipsis de Juan en la segunda categoría, es decir, que no era un libro que gozara de mucha aceptación. De hecho, la Nueva Enciclopedia Católica reconoce que la legitimidad del Apocalipsis y de Hebreos se mantiene como tema de debate hasta nuestros días.  El Dr. Kelly, profesor de teología en Oxford, afirmó:

“Apocalipsis fue usualmente excluido en los siglos IV y V cuando se impuso la escuela de Antioquia.” [4d]
También entre los discutidos (pero no rechazados), Eusebio lista el Evangelio de los Hebreos, utilizado por Taciano en su Diatessaron, y afirma que este evangelio era muy querido por los judíos que abrazaban el cristianismo. Siendo amigo del emperador Constantino, parece ser que Eusebio estaba en contra de incluir el Apocalipsis en el canon, pero fue incapaz de rechazarlo dada la alta estima que por ese libro sentía el emperador. En este y muchos otros casos a lo largo de la  historia, la decisión de qué libros se incluirían en la Biblia se basó más en asuntos políticos, sentimientos personales, intereses particulares y tradiciones establecidas, que en determinar con exactitud la veracidad y autenticidad de cada libro.

Fue Atanasio de Alejandría quien estableció el canon actual del Nuevo Testamento, listando los 27 libros de la Biblia Católica Romana (aunque en diferente orden al conocido actualmente) a comienzos del siglo IV, pero los eruditos presentaron dudas sobre la autoría y validez de varios libros. Al parecer, Atanasio sólo aceptó el libro de Hebreos por influencia del obispo de Roma Julio I. Por otra parte, el libro de Judas hace referencia al libro de Enoc. [5] Muchos han cuestionado que si Judas fue declarado canónico, Enoc debería estar también dentro del Nuevo Testamento, o que si Enoc es falso, Judas también debería ser declarado como tal. De igual forma, la Epístola de Barnabás ha sido históricamente considerada como de autoría más cierta y de mayor autoridad que el libro de Hebreos, pero la primera no forma parte del canon católico y el segundo sí. A pesar de ello, en los Concilios de Cartago se reafirmó este canon que hoy conocemos en la Biblia Católica Romana y en la mayoría de las Biblias del Protestantismo. En cuanto a las Iglesias Ortodoxas, el Nuevo Testamento en varias de ellas difiere del occidental. El Diatessaron, una mezcla de evangelios en un solo texto, fue por siglos casi el único texto sagrado aceptado. La Biblia Peshiita contiene sólo los 22 libros del canon de la Iglesia Siria (frente a los 27 de la Biblia Católica). Libros como 1 y 2 de Clemente, el libro de la Alianza, el Octateuco y otros, han sido motivo de disputas, algunos están en ciertos cánones, otros en los de otras iglesias. [6] Curiosamente, San Jerónimo todavía citaba el Evangelio de los Hebreos en el siglo V, confirmando una vez más que dicho evangelio gozaba de gran aceptación, pero nunca se lo incorporó a la lista oficial de los libros canónicos.

A partir del siglo IV, después que se consolidó el poder de la Iglesia de Roma con el Concilio de Nicea, esta iglesia cristiana helena paulina se encargó de perseguir durante los siguientes siglos a todas las demás iglesias, sectas y denominaciones cristianas, para imponer como únicos y universales su canon y sus doctrinas. Pero no fue hasta 1564 en el Concilio de Trento que el canon oficial de la Iglesia Católica Romana fue establecido como artículo de fe (en el decreto De Canonicis Scripturis), declarándose hereje quien dudara de él, para contrarrestar el avance y los cuestionamientos del movimiento de la Reforma. Sin embargo, para esa época ya se habían dado las grandes persecuciones y matanzas contra arrianos, cátaros y otros grupos considerados herejes.

En el siglo XVI, Martín Lutero cuestionó la pertinencia de incluir Judas, Hebreos y Apocalipsis, y consideró que la epístola de Santiago no tenía valor, pero a diferencia de los deuterocanónicos, las iglesias de la Reforma no rechazaron estos libros. [7]  La forma como fueron seleccionados los textos del Nuevo Testamento no estuvo basada en el estudio de la validez, la autoría, ni la autoridad de los textos, sus autores, o la presunción de revelación divina de los mismos. Varios eruditos a lo largo de los siglos, incluyendo a Lutero, justificaron la escogencia de unos libros y la exclusión de otros en la tradición: el hecho de que hubieran sido aceptados y fueran populares, y no la revelación divina de los mismos, fue el criterio principal de selección. La canonización de 2 Pedro, 2 Juan, 3 Juan, Santiago y Judas, así como de Hebreos y Apocalipsis, sigue siendo tema de controversia actualmente.

Si tenemos en cuenta las diferentes opiniones sobre el canon tanto del Antiguo como del Nuevo Testamento, independientemente de la autenticidad de los libros de cada canon, como mínimo debemos aceptar que no existe una única Biblia, ni siquiera hay acuerdo universal sobre cuáles son los libros que la conforman. Sencillamente, los miembros de cada iglesia consideran SU versión de la Biblia como la verdadera, porque esa es la versión que han avalado los teólogos, eruditos y/o directores de su iglesia, sin estudiar ni cuestionar la historia de quiénes y por qué establecieron ese canon en particular. A eso podríamos agregar las diferencias entre las traducciones, e incluso entre revisiones de una misma traducción (son notables las diferencias, por ejemplo, entre la revisión 95 y revisiones anteriores de la versión Reina-Valera), pero ese es otro tema, bastante amplio de por sí. [8]


Los Evangelios canónicos

Dejando de lado las diferencias en cuanto al canon del Nuevo Testamento, la aceptación de los cuatro evangelios canónicos es universal en el mundo cristiano. Sin embargo, hoy es ampliamente conocido que existen muchos otros evangelios y protoevangelios, de los cuales se han encontrado y publicado unos 40, pero se sabe de la existencia de más de 100 de estos textos, escritos durante los siglos I y II. ¿Son realmente verdaderos los 4 canónicos y, además, los únicos verdaderos?

Algunos aseguran que el Diatessaron [9] es la comprobación de que para mediados del siglo II los cuatro evangelios canónicos eran ampliamente conocidos y tenían “supremacía absoluta sobre todas las demás narraciones” de la vida de Jesús [10]. Fue escrito por Taciano el Sirio, pagano converso y discípulo de Justino Mártir. Por Eusebio de Cesárea sabemos que escribió un buen número de obras. Taciano fue expulsado de la iglesia de Roma en 172, acusado de seguir al gnóstico Valentino, y partió a Mesopotamia, donde fundó una secta rigurosamente asceta que rechazaba el consumo de vino y de carne, así como el matrimonio. El Diatessaron influyó profundamente la iglesia siria hasta el siglo V, pero de él no sobrevive ningún original. Se supone fue escrito en griego, aunque algunos creen que estaba escrito en siríaco y luego fue traducido al griego.

El Diatessaron es una Armonía. Debido a las diferencias y contradicciones entre los cuatro evangelios canónicos, las Armonías fueron escritas por diferentes autores con el fin de armonizar en un único texto las historias evangélicas. Su principal objetivo era disipar dudas sobre los evangelios (surgidas precisamente de sus contradicciones) y demostrar que las historias sobre Jesús conformaban una unidad. De estas Armonías la más importante e influyente fue la de Taciano, que conocemos gracias a una traducción al árabe que data de 1.043, y a fragmentos de un códice en latín que data de mediados del siglo VI. Escribir un solo texto que reúna los cuatro evangelios canónicos no es asunto sencillo, debido a las diferencias cronológicas, los pasajes duplicados pero en diferente orden, los dichos y narraciones incluidos en uno y no en otros, etc. Taciano optó por utilizar el evangelio de Juan como base principal, y siguió su línea cronológica. Recordemos que el evangelio de Juan es el más tardío, con un estilo completamente distinto a los otros tres, que para algunos eruditos lo acercan más a los evangelios gnósticos que a los sinópticos. Taciano, además, obvió las genealogías de Jesús (Mateo 1:1-17, Lucas 3:23-38) y la acusación de que Jesús era glotón y borracho (Mateo 11:19), e hizo una serie de pequeños cambios y alteraciones para ajustar el texto final a sus propias creencias doctrinales, especialmente su rechazo al matrimonio:

“Por ejemplo, se hicieron los siguientes cambios:

Mateo 1:19: «su esposo José, siento un hombre justo…»
Diatessaron: «José, en razón que era un hombre justo…»

Lucas 2:33: «Su padre y su madre»
Diatessaron: «José y su madre»

Lucas 2:41: «sus padres»
Diatessaron: «sus parientes»

Por medio de estos cambios, Taciano oscurece la relación entre José y María.” [11]

En total, 56 versículos de los cuatro evangelios fueron excluidos por Taciano. Algunos pasajes del Diatessaron contienen errores en relación a otros manuscritos que conocemos de los evangelios canónicos, pero al no contar con el Diatessaron original, no es posible establecer si se trata de que Taciano copió estos versículos directamente de sus fuentes originales (que serían versiones de los evangelios más antiguas que las que conocemos hoy día), si él cambió deliberadamente los textos originales, o si se trata de errores o alteraciones surgidos en el proceso de traducción y copiado. En algunos casos, sin embargo, está clara la intención de Taciano: en todos los versos que incluye del evangelio de Lucas donde aparece “Señor” (p. ej. “cuando el Señor la vio”, Lucas 7:13), Taciano cambia por el nombre de Jesús (“Jesús vio…”). También es interesante anotar que el Diatessaron no contiene sólo información proveniente de los cuatro evangelios canónicos: El Evangelio de los Hebreos, texto considerado hoy día como apócrifo, fue citado por varios autores cristianos del siglo II, entre ellos Orígenes, Eusebio de Cesárea y Clemente de Alejandría, que lo utilizaron bastante. Hegesippo, padre de la Historia de la Iglesia, lo conocía, y San Jerónimo lo citó con frecuencia y lo tradujo al griego y al latín, reconociendo que era un evangelio de judíos practicantes seguidores de Jesús, a diferencia de los evangelios canónicos que corresponden a cristianos helenizados que rechazaron el judaísmo que practicó el Mesías. Nicéforo, noveno patriarca de Jerusalén, no consideraba este evangelio como apócrifo, sino que lo clasificó entre los discutidos, junto con el Apocalipsis de Juan, el Apocalipsis de Pedro y la Epístola de Bernabé. El Diatessaron contiene algunos textos provenientes de dicho evangelio, [11b]  en el que se pone en boca de Jesús esta frase: “Poco ha me tomó mi madre, el Espíritu Santo, por uno de mis cabellos y me llevó al monte sublime del Tabor.” Esta mención al Espíritu Santo como madre de Jesús, citada por Orígenes en su comentario al Evangelio de Juan, ha suscitado todo tipo de comentarios y especulaciones.

Si aceptamos al Diatessaron como prueba de la autoridad de los cuatro evangelios canónicos, deberíamos también aceptarlo como prueba de la autoridad de este evangelio apócrifo, que entonces debería ser canonizado. Algunos consideran hoy día que el Evangelio de los Hebreos fue una fuente documental para los evangelios de Mateo y Lucas. Resulta interesante que en este evangelio se ponen en boca de Jesús en varias oportunidades, versículos del Antiguo Testamento, pero no tomados de la Septuaginta sino del texto original hebreo.

El Diatessaron fue considerado un texto hereje y fue eliminado de forma sistemática y efectiva (aunque no sin resistencia, en especial en Siria), al punto que hoy día sólo lo conocemos por dos traducciones tardías y algunos comentarios respecto a él que han logrado sobrevivir hasta nuestros días. Siendo que Taciano abrazó el cristianismo helenizado de Roma, y que fue discípulo de Justino, su Diatessaron probaría que a mediados del siglo II, ya estos cinco evangelios [los cuatro canónicos y el de los Hebreos] eran respetados por Justino, pero no hay evidencias concluyentes de que otros autores de la ortodoxia romana los avalaran de la misma forma, ni mucho menos que tuvieran ya una aceptación general entre los defensores de dicha ortodoxia. El Diatessaron fue escrito hacia 172 o 174, y se convirtió en una obra fundamental de algunas iglesias orientales, precisamente porque los cuatro evangelios canónicos aún no tenían amplia difusión, y no fue hasta el siglo V que el Diatessaron fue reemplazado por las versiones independientes de dichos evangelios. Fue el Diatessaron el que ayudó a dar difusión a los cuatro evangelios en un texto único. Si los cuatro evangelios hubieran tenido amplia difusión a finales del siglo II, las doctrinas heréticas del Diatessaron no habrían tenido tanta influencia en las iglesias de oriente. Dicho de otra forma, si entre las iglesias de oriente hubiera existido amplia difusión y aceptación de los cuatro evangelios, el Diatessaron habría sido considerado no sólo innecesario sino peligroso, por los cambios teológicos en él introducidos. No fue hasta el siglo IV que los evangelios de Mateo, Marcos, Lucas y Juan fueron establecidos como canónicos, en el marco de una política de unificación de la iglesia en torno al dogma de la Trinidad para enfrentar el unitarismo arriano, financiada y promovida por el emperador Constantino. [12] Como dato curioso, el Concilio de Nicea es recordado como uno de los puntos de inflexión más importantes e influyentes en la historia del cristianismo, pero de sus numerosas Actas no quedan más que tres fragmentos.



Las diferencias de enfoque en los cuatro evangelios

Según la hipótesis de san Agustín, aceptada por iglesias católicas y protestantes por siglos, el orden en que fueron escritos los evangelios fue aquel en el que aparecen en la Biblia del canon oficial romano: Mateo, Marcos, Lucas y Juan. Este orden nos da una visión interesante de los inicios del cristianismo: Mateo imprimió a su evangelio un fuerte sentido nacionalista, es un texto judío que recalcó que Jesús no vino a cambiar la ley mosaica sino a cumplirla, que fue enviado por Dios para el pueblo judío y no para los gentiles, e incluso confirmó la autoridad de los escribas y fariseos en tanto vivieran aferrados al cumplimiento de la ley de Moisés. Mateo no se preocupa mucho por la cronología de los eventos que narra, y está mucho más interesado que los demás evangelistas en mostrar las enseñanzas de Jesús (detalla 6 grandes discursos del Maestro que los otros apenas mencionan o incluso omiten). Para algunos resulta inquietante su esfuerzo por mostrar la genealogía de Jesús: Mateo enfatiza su naturaleza humana, y procura conectarlo de forma sanguínea con la casa de David, pero no lo logra a menos que lo hubiera considerado hijo biológico de José: “Jacob engendró a José, marido de María, de la cual nació Jesús”, Mateo 1:16. [13] Sin embargo, el evangelio de Mateo no es plenamente confiable en cuanto a la historicidad de sus narraciones. En el capítulo segundo habla de cómo el rey Herodes hizo matar a todos los niños menores de 2 años en Belén, hecho que no tiene ningún sustento histórico pues no aparece en los demás evangelios ni en ningún otro documento de la época. [14] La huida a Egipto tampoco tiene sustento histórico y se contradice con la narración de Lucas, que habla de un regreso tranquilo de Belén a Nazaret.

A diferencia de Mateo, Marcos está más preocupado por lo que hizo Jesús que por lo que dijo. A partir del siglo XIX se han desarrollado hipótesis según las cuales, Marcos sería el evangelio más antiguo conocido, y por tanto, anterior a Mateo. Es bastante probable que haya sido escrito en Roma, aunque algunos autores se inclinan a pensar que se escribió en Siria. Es el más breve y contradice a Mateo al apoyar la evangelización de gentiles.

Se cree que Lucas era médico. Su estilo literario implica que era un hombre culto, de letras, y su evangelio estaría dirigido a la élite intelectual helena. Lucas procura un equilibrio entre la posición de Mateo (que favorece las palabras de Jesús) y la de Marcos (que enfatiza los hechos, en especial los milagros). Es un evangelio más extenso, de mayor carácter gentil (no judío), y el único que narra aspectos de la niñez y la juventud de Jesús, incluida la anunciación a María. Lucas también describe una genealogía de Jesús. A diferencia de Mateo que la extiende hasta Abraham, Lucas la extiende hasta Adán, hijo de Dios. Pero si se revisa la parte de la genealogía de Lucas hasta Abraham contra la genealogía de Mateo, vemos que no son coincidentes (Eusebio de Cesárea lo explica diciendo que una se basa en la sucesión natural y la otra en la sucesión legal), y que tienen el mismo problema: ambas genealogías llegan hasta José, por lo que no son válidas para Jesús a menos que José fuera su padre biológico.

El evangelio de Juan se distancia en todo aspecto de los otros tres, llamados sinópticos. El de Juan es considerado el evangelio más tardío. Escrito en la segunda mitad del siglo I o a inicios del II, se sitúa a medio camino entre la sencillez del lenguaje burdo y común de Marcos, lleno de palabras extranjeras, y el elevado estilo literario griego de Lucas. Juan está más preocupado que los otros evangelistas por establecer una visión teológica, interpretando las palabras y acciones de Jesús. Casi un tercio de las narraciones de este evangelio no aparecen en los sinópticos. Ningún otro evangelio hace tanto énfasis como el de Juan en la crucifixión y la resurrección, así como en la divinidad de Jesús. [15]

La ausencia de manuscritos originales de estos evangelios, hace que no sea posible determinar el grado de exactitud con que nos han llegado los mismos. Por ejemplo, debido a la clara hostilidad de Mateo con respecto a la idea de evangelizar a los gentiles, existe la opinión entre los eruditos de que los pasajes Mateo 12:17-21 y 28:19 fueron agregados posteriormente por un autor distinto. De hecho, el pasaje Mateo 25:18-20 es considerado un agregado tardío, que fue añadido para justificar la doctrina de la Trinidad, formada paulatinamente entre mediados del siglo II y principios del siglo IV. [16] Otro ejemplo es el final de Marcos. Entre los eruditos prácticamente no hay duda de que Marcos 16:9-20 no fue escrito por el autor original de este evangelio, sino que fue un añadido tardío, pues no se encuentra en ninguno de los antiguos manuscritos griegos que se conocen del mismo. [17]

De hecho, las principales referencias que tenemos sobre los evangelios son sus traducciones, y todo aquel que conozca algo del oficio de traducir, sabe que ninguna traducción es completamente fiel al original. [18] De modo que, además de las diferencias de estilo y enfoque entre los evangelios, el hecho de que no coincidan en su cronología, que narraciones vitales aparezcan en sólo uno o dos de ellos, y que haya algunas contradicciones entre ellos, está el problema de la fuente de los textos que conocemos:

Cuando las enseñanzas cristianas se propagaron en países donde no se hablaba griego, fue necesario hacer traducciones de los escritos sagrados de la iglesia en las lenguas vernáculas. Quizá por esto a fines del siglo II el Nuevo Testamento fue traducido al siríaco, una forma del arameo que se hablaba en el norte de Siria y la alta Mesopotamia. En ese mismo tiempo se hicieron traducciones al latín para los cristianos de Italia y del norte del África; y […] al copto para los creyentes del alto Egipto. […] Las versiones más antiguas […] han sido de mucho valor para la investigación textual. Su importancia se debe a que esas traducciones se hicieron antes que cualquiera de los manuscritos griegos que hoy se conocen […]. Sin embargo, su utilidad también está sujeta a limitaciones porque ninguna traducción representa fielmente al original, y estas traducciones antiguas sólo han llegado a nosotros en copias posteriores que, como todos los otros manuscritos, tienen sus propias historias textuales. [19]
El problema sinóptico

Los evangelios de Mateo, Marcos y Lucas, a pesar de contar entre sí con diferencias de estilo, enfoque, lenguaje, e incluso contradicciones, comparten textos que incluso son idénticos entre sí en los manuscritos griegos. Esto supone que tuvieron fuentes textuales (no sólo orales) comunes y/o hubo plagio entre ellos. A partir del siglo XVIII el problema sinóptico ha sido de gran interés entre los eruditos bíblicos, y se han desarrollado diversas hipótesis para tratar de resolverlo. Quizá la que recibe mayor apoyo de los cristianos en general, es la de que la tradición católica es correcta y el orden en que aparecen los evangelios en el canon corresponde efectivamente al orden en que fueron escritos. Sin embargo, en el siglo XIX surgió la hipótesis de Q, que cada vez tiene más aceptación entre los eruditos. [20].

En líneas generales, los evangelios de Mateo y Lucas comparten una cierta cantidad de pasajes que son idénticos entre sí. Con base en que no hay evidencia de que uno haya conocido y plagiado el evangelio del otro, y en la exactitud con que varios versículos están copiados en ambos, se ha concluido que los dos autores debieron basarse en las mismas fuentes documentales, es decir, ambos copiaron a otro autor o autores. El erudito evangélico protestante inglés y profesor de Crítica Bíblica y Exégesis de la Universidad de Manchester, F. F. Bruce, escribió al respecto en su libro El Jesús Verdadero:

“La conclusión general, y creo que la correctamente extraída del estudio comparativo de los evangelios, es que el Evangelio de Marcos o alguno muy similar, sirvió de fuente a los evangelios de Mateo y Lucas.” [20b].

Esta idea se refuerza con el hecho de que el lenguaje de Marcos es más primitivo, y la forma como muestra a Jesús es más humana, mientras que Mateo y Lucas repiten narraciones y dichos de Jesús escritos por Marcos, pero omitiendo las partes que muestran a Jesús como un ser humano cualquiera, y agregando exaltaciones que elevan su estatus. El erudito bíblico Bruce Metzger, uno de los más importantes críticos textuales del Nuevo Testamento, escribió al respecto:

“Mateo y Marcos suprimen o debilitan las referencias en Marcos respecto a las emociones humanas de Jesús como el dolor, la ira y el asombro, así como el amor no correspondido de Jesús. También omiten la declaración de Marcos de que los amigos de Jesús pensaban que él estaba fuera de sí. […] Los evangelios tardíos omiten lo que podría implicar que Jesús era incapaz de lograr lo que quería […] y también omiten preguntas formuladas por Jesús que podrían interpretarse como reflejo de su ignorancia.” [20c].

De modo que el evangelio de Marcos, considerado hoy día el evangelio más antiguo de los cuatro bíblicos, sería una fuente documental de Mateo y de Lucas. Pero todavía quedan versículos comunes entre Mateo y Lucas que no están en Marcos. Se supone que éstos fueron tomados de otra fuente documental, que sería un evangelio contemporáneo o más antiguo que el de Marcos. Dicho evangelio ha sido denominado “Q” por la palabra alemana para fuente (quelle). Se han hecho diversas reconstrucciones de Q, pero no se tienen pruebas físicas de su existencia real. Por ello, la hipótesis de Q recibió múltiples críticas, en especial debido a su naturaleza oral, pues Q no tendría narraciones, sólo recogería la Logia, es decir, los dichos de Jesús:

En el siglo XIX, una de las principales objeciones a este evangelio perdido hipotético Q, es que para algunos estudiosos era difícil o imposible de imaginar que algún cristiano hubiera escrito un evangelio que contuviera casi exclusivamente las enseñanzas de Jesús. Lo más llamativo era la circunstancia de que ningún material de Q (es decir, ninguno de los pasajes hallados en Mateo y Lucas pero no en Marcos) da cuenta de la muerte y la resurrección de Jesús. ¿Cómo —preguntaban los académicos escépticos— pudo uno de los primeros cristianos, escribir un evangelio enfocado en los dichos de Jesús, sin hacer hincapié en su muerte y resurrección? Sin duda, es de eso que tratan los evangelios: de la muerte de Jesús por los pecados del mundo y su resurrección como una reivindicación divina de él y de su misión. [21]
Sin embargo, la hipótesis de Q tomó fuerza gracias a dos grandes descubrimientos arqueológicos:

  1. En la localidad egipcia de Oxirrinco, se dio inicio a una serie de excavaciones en 1896 que han sido continuadas por diferentes equipos de investigadores hasta la actualidad. Entre los papiros allí encontrados está un fragmento del evangelio de Tomás. (Como dato curioso, también se halló un fragmento del Apocalipsis, el más antiguo que se conoce, donde el número de la bestia es 616, y no el mítico 666). [22]

  2. En el pueblo de Nag Hammadi, también en Egipto, en 1945 se descubrió una colección de textos gnósticos, entre ellos la única copia completa conocida del evangelio de Tomás, así como el evangelio de Felipe.
Los evangelios de Tomás [23] y de Felipe corroboran algo que ya se sabía por escritos de otros autores de la antigüedad: Que entre las primeras comunidades de cristianos era común encontrar colecciones de los dichos del Maestro. Estos son evangelios coloquiales, que no hablan de la crucifixión ni de la resurrección, sino que buscan transmitir las enseñanzas que indicaban a sus seguidores la forma de vida que debían llevar.

Los textos que tenemos de estos evangelios son del siglo III, y al igual que en el caso de los evangelios canónicos, no disponemos de ningún original, sino de traducciones del griego al copto, y además, copias de copias. Sin embargo, el evangelio de Tomás es de especial interés, pues los fragmentos de él encontrados en Oxirrinco han sido datados en el año 200, y en el libro Remedios de Clemente de Alejandría, datado en el año 190, aparece una cita tomada de este evangelio. [24]

Lo más importante del evangelio de Tomás es que se han identificado 37 de sus dichos como coincidentes con Q, es decir, coincidentes con los versículos de Mateo y Lucas que no están en Marcos. Esto ha reforzado la hipótesis de Q y es una de las razones de que tenga cada vez más acogida: los eruditos están de acuerdo en que Q es una fuente documental común a Mateo, Lucas y Tomás, siendo Q un evangelio coloquial del mismo tipo que Tomás y Felipe, pero anterior a todo evangelio de que se tenga noticia. Esto también ubica a Tomás antes que a Mateo y Lucas, haciéndolo como mínimo contemporáneo de Marcos.

Con el descubrimiento de una copia completa en copto del evangelio de Tomás en 1945, quedó claro que los tres fragmentos de Oxirrinco eran copias más tempranas en griego de dicho evangelio. El descubrimiento de un evangelio consistente sólo de dichos, sin alusión alguna a la muerte y la resurrección, fue sensacional, e inició un nuevo examen de Q. Ya no era necesario imaginar que Q era un suplemento de la proclamación de la pasión. Q bien podría representar un tipo discreto y autónomo de teología cristiana temprana, y en última instancia, ser un evangelio en derecho propio. [25]
Si, como afirman algunos eruditos, el evangelio de Tomás data del año 50, el evangelio perdido Q habría sido escrito en la primera mitad del siglo I, siendo el más cercano de que se tenga noticia en recoger las palabras auténticas de Jesús, aunque no necesariamente el primero ni el único de la época. Por ello, muchos eruditos bíblicos dan más valor a los versículos de Mateo y Lucas identificados como heredados de Q que a cualquier otro texto bíblico para tener un verdadero acercamiento al Jesús histórico y a su mensaje.

El Jesús que encontramos en la mayoría de los pasajes del Evangelio antiguo, por alguna razón, se encarga de enfatizar lo accesible que debe ser el mensaje Divino. "Pues bien, yo les digo: Pidan y se les dará, busquen y hallarán, llamen a la puerta y les abrirán". (Lucas 11:9) "Escuchen, pues, si tienen oídos". (Lucas 14:35) "Jesús le replicó: «La Escritura dice: Adorarás al Señor tu Dios y a él sólo servirás.»" (Lucas 4:8) "Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque has ocultado estas cosas a los sabios y entendidos, y se las has dado a conocer a los pequeñitos. Sí, Padre, pues tal ha sido tu voluntad". (Lucas 10:21) "¡Pobres de ustedes, maestros de la Ley, que se adueñaron de la llave del saber! Ustedes mismos no entraron, y cerraron el paso a los que estaban entrando". (Lucas 11:52). ¿Son estos versículos realmente las palabras de un hombre que cree que los principios religiosos básicos de su fe son divinos justamente porque son incomprensibles? ¿Son realmente las palabras de un hombre que predica que Dios es uno y tres simultáneamente? [...] Los versos me sugieren lo contrario […]: Que Jesús trata de que prestemos atención a algo de importancia fundamental, algo singular e imposible de ignorar. […] Como hemos visto, hay dos caminos. "Bienaventurados los que tienen el espíritu del pobre, porque de ellos es el Reino de los Cielos". (Mateo 5:3) "¡Pobres de ustedes, los que ahora están satisfechos, porque después tendrán hambre! ¡Pobres de ustedes, los que ahora ríen, porque van a llorar de pena!" (Lucas 6:25) Él no nos ordena que creamos con obediencia algo que no podríamos haber adivinado. Por el contrario, nos desafía a escoger qué camino hemos de andar: El camino que va al Reino de Dios, o el que lleva al llanto y el lamento. [26]
Podemos añadir a lo anterior con respecto al problema sinóptico, las referencias que muchos de los primeros cristianos hicieron al Evangelio de los Hebreos, que algunos consideran hoy día sirvió de fuente documental a los Evangelios de Mateo y Lucas. Este Evangelio, del que no se ha encontrado ningún manuscrito (se conservan algunas partes de él gracias a las citas halladas en textos de San Jerónimo, Orígenes y otros), parece que fue también un evangelio coloquial, quizás contemporáneo del de Tomás, que sólo contenía dichos de Jesús. Es interesante anotar que en este evangelio, se ponen en boca de Jesús versículos del Antiguo Testamento, corroborando los textos bíblicos que afirman que Jesús era un judío respetuoso de la ley mosaica, y que no vino a crear una nueva religión sino a restablecer la religión original verdadera revelada en la Torá por Dios a Moisés.

El fragmento 7Q5

Como expliqué al comienzo de este artículo, los Rollos del Mar Muerto fueron escritos entre la segunda mitad del siglo II a.C. y la primera mitad del siglo I d.C., y no nos permiten validar textos del Nuevo Testamento pues pertenecieron a una comunidad judía asceta. Sin embargo, el sacerdote jesuita español Joset O’Callaghan Martínez identificó el texto del fragmento 7Q5, encontrado en la cueva VII de Qumrán, como Marcos 6:52-53. Tras la publicación de su trabajo, en 1972, se desató un debate furioso que sigue hasta el día de hoy. La generalidad de biblistas y exégetas se oponen de forma tajante a esta identificación, pues va en contra de muchas ideas establecidas sobre la composición de los evangelios, como que Mateo fue anterior a Marcos, o que los evangelios fueron escritos entre finales del siglo I y finales del II. La mayoría de los papirólogos se opusieron también a este trabajo por considerar absurdo que un texto del Nuevo Testamento estuviera presente en la comunidad esenia, no sólo estrictamente judía sino de ideas y conducta muy distintas a las de las primeras comunidades de nazarenos. O’Callaghan también identificó en otros fragmentos pequeños trozos de Marcos y de Timoteo, pero dichas identificaciones no han causado tanto revuelo pues hay acuerdo general en la debilidad de las mismas y en que otras identificaciones que los relacionan con el Antiguo Testamento son igualmente posibles. Por otro lado, siendo textos de escritura diferente, es extremadamente improbable que existieran varias copias de Marcos y Timoteo entre los esenios, y peor aún, que los textos de Marcos y Timoteo se encontraran juntos antes del año 68, que fue el año en que los romanos destruyeron la comunidad de Qumrán.

Pero en cuanto al fragmento 7Q5, el debate sigue porque por un lado, para realizar la identificación se ha tenido que recurrir a ciertos supuestos que no son ampliamente aceptados en cuanto a la forma como estaría escrito el texto, y por otro, porque no ha sido posible identificar el fragmento con ninguna otra obra conocida en lengua griega. Esto último no necesariamente descarta cualquier otra posible identificación: el 7Q3 es el papiro más grande encontrado en la cueva VII y permanece sin identificar, lo que implica que corresponde a un texto perdido, una obra en griego que desconocemos. El 7Q5 también podría ser parte de una obra perdida.

Con el tiempo se ha dado un cambio entre los papirólogos, que cada vez aceptan más que la identificación de O’Callaghan no es absurda y se apega a las técnicas y metodologías científicas. Es decir, en torno a 7Q5 los diferentes expertos se dividen entre los que niegan tajantemente que sea un texto del evangelio de Marcos y los que opinan que esta identificación es factible. En todo caso, no ha sido posible comprobar ni rechazar de forma definitiva el planteamiento de O’Callaghan. [27]

Se ha llegado a afirmar que la identificación hecha por O’Callaghan ha pasado de ser hipótesis a ser Teoría, por lo que tenemos elementos para suponer que la identificación puede ser correcta. El fragmento 7Q5 tiene 3,9 cm. de largo por 2,7 cm. de ancho y contiene 20 letras, no todas legibles. La distribución espacial del texto en el fragmento no es segura, pues si en realidad se trata de Marcos 6:52-53, no sólo no está el texto completo de esta cita en este fragmento, sino que faltarían tres palabras en relación al texto que conocemos hoy, lo que nos diría que el texto que tenemos hoy de Marcos no es completamente fiel a las versiones más antiguas de este evangelio. [28] Incluso, es posible que no se trate de una versión cercana al original del evangelio de Marcos, sino de una fuente documental del mismo, como afirmó el cardenal Martini, quien fuera Rector del Pontificio Instituto Bíblico. [29] Es decir, así como Mateo y Lucas se alimentaron de Marcos y de Q, Marcos pudo alimentarse del texto original del fragmento 7Q5, que sería contemporáneo del evangelio de Tomás, siendo ambos del año 50, y siendo ambos posteriores a Q.

Lo más importante del fragmento 7Q5 es que su identificación como parte de Marcos 6:52-53 echa por tierra todas las soluciones propuestas al problema sinóptico excepto la hipótesis de Q, reforzando la idea de que un evangelio compuesto sólo por dichos (enseñanzas) de Jesús, que no habla de la crucifixión ni de la resurrección, es la obra cristiana más antigua de que se tenga noticia. Ahora bien, recordemos que los últimos versículos de Marcos, donde habla de la resurrección de Jesús, no son parte del evangelio original sino que fueron añadidos en el siglo IV. Los eruditos bíblicos Bruce Metzger y Bart Ehrman escriben en su libro “El Texto del Nuevo Testamento: Su Transmisión, Corrupción y Restauración:”

“¿Cómo puso fin Marcos a su Evangelio? Infortunadamente, no lo sabemos; lo máximo que puede decirse es que hay actualmente cuatro finales diferentes entre los manuscritos, pero es probable que ninguno de ellos represente lo que Marcos pretendía originalmente.”

Pero el Dr. Brown va más allá al afirmar:

“Estos últimos doce versículos (Marcos 16:9–20) han estado en disputa largo tiempo, y por una buena razón. Los dos manuscritos más antiguos (MS Vaticano No. 1209 y el Códice Sinaítico Siríaco) terminan en Marcos 16:8. Marcos 16:9–20 no se encuentra en ningún papiro conocido anterior al siglo VI, e incluso entonces, en una versión en siríaco de 616 d.C., estos doce versículos sólo existen como una nota al margen.”

De hecho, el propio Bruce Metzger, quien fuera profesor del Seminario Teológico de Princeton y editor bíblico, afirma en su libro “Comentario Textual sobre el Nuevo Testamento Griego” que para Clemente de Alejandría y para Orígenes, estos 12 versículos no existen. Dice además:

“…en otros testigos el pasaje está marcado con un asterisco u óbelo, señales convencionales utilizadas por los copistas para indicar una adición falsa a un documento […] Es probable que [este añadido] sea el trabajo de un escriba del siglo II o III…”

Según la Biblia del Intérprete (publicada en 1957), estos doce versículos muy probablemente fueron escritos por el presbítero Aristón en el siglo II. Si eliminamos este añadido tardío, y consideramos el análisis que he hecho anteriormente sobre el Evangelio Q y el fragmento 7Q5, la idea de que el cristianismo nació sobre la base de la creencia en la crucifixión y la resurrección de Jesús como doctrina fundamental, prácticamente se queda sin sustento.


Las consecuencias de las modificaciones

Durante el Medioevo, la vulgata latina fue la versión canónica romana de la Biblia, y por siglos la misa fue hecha en latín, lengua que desconocía el vulgo (en su mayoría analfabeto) y que era de manejo de una élite intelectual. Aunque existieron algunas traducciones a lenguas vernáculas, como la traducción al español auspiciada por Alfonso X El Sabio, éstas no tuvieron difusión, y no fue hasta la Reforma que se inició la traducción de la Biblia a todos los idiomas.

La vulgata latina había sido realizada a comienzos del siglo V por Jerónimo de Estridón, por encargo del papa Dámaso I. La vulgata pretendía reemplazar la Vetus Latina, compilación de diversas traducciones de libros bíblicos al latín, cuyo antiguo testamento se basaba enteramente en la Septuaginta griega, que recogía el canon de los judíos alejandrinos del siglo III a.C. La vulgata fue traducida de textos hebreos del canon judío que rechazaba los deuterocanónicos, y esto implicó una serie de problemas, además de las libertades que se tomó Jerónimo para lograr un idioma sencillo, claro y uniforme en todo el texto. Con los siglos la Vulgata fue revisada y corregida con base en los textos hebreos, la Vetus Latina y la Septuaginta, hasta que se aprobó un texto unificado en el Concilio de Trento (siglo XVI), que sería la Biblia oficial hasta el Concilio Vaticano II, a mediados del siglo XX. Pero en 1516, Erasmo de Rotterdam hizo una traducción del Nuevo Testamento al griego y al latín, demostrando errores de la Vulgata, con base en unos pocos manuscritos del siglo X. Hoy sabemos que a lo largo de los siglos los copistas habían cometido errores e introducido alteraciones en la Vulgata, de modo que llegaron a existir varias versiones de la misma. [30]

Luego vendrían las traducciones hechas por los protestantes, basadas en los Textus Receptus, manuscritos en griego de los cuales el más antiguo es del siglo X. [31] El descubrimiento en 1844 del Códice Sinaítico por parte de Constantin von Tischendorf, una copia de textos bíblicos del siglo IV, [32] sirvió para que a finales del siglo XIX la Iglesia Romana diera a conocer el Códice Vaticano, también del siglo IV. Estos dos códices, junto al Códice Alejandrino, del siglo V, son las copias más completas y antiguas que se tienen de la Biblia. Todas están escritas en griego, y todas toman el antiguo testamento de la Septuaginta. La existencia del Códice Vaticano (el más antiguo de todos), que reposa en la Biblioteca del Vaticano desde 1448 cuando lo llevó a Roma el Papa Nicolás V, fue conocida por Erasmo de Rotterdam, pero ningún erudito tuvo acceso a él hasta que Tischendorf, tras mucha insistencia, fue autorizado para verlo por 6 horas. Poco después, el papa Pío IX ordenó la primera publicación del códice fotografiado, ante el descubrimiento de que el Dr. Tregelles, quien había obtenido autorizaciones para estudiar el códice en varias ocasiones, había logrado memorizar buena parte del texto, dándola a conocer y divulgando sus descubrimientos entre la comunidad de eruditos bíblicos. Después de esto, Tischendorf logró ver de nuevo el códice, y en 1890 se hizo una nueva publicación en facsímil del mismo con mejor calidad que la primera.

Los libros incluidos en estos códices no corresponden al canon romano hoy día aceptado por católicos y protestantes, ni son los mismos en los tres códices. El Códice Alejandrino, por ejemplo, incluye 1 y 2 Clemente en el Nuevo Testamento, y le hacen falta páginas de Mateo, Juan y 2 Corintios. El Códice Sinaítico incluye Bernabé y el Pastor de Hermas, y se ha determinado que sufrió diversas alteraciones; por ejemplo, cambios en los finales de Esdras y Ester al parecer tomados de fuentes más antiguas. También se han encontrado alteraciones en Juan y 1 Timoteo, y omisiones en Mateo. Al Códice Vaticano también le faltan algunos libros y partes de libros, y se sabe que entre los siglos XV y XVI se le agregaron algunos folios que le faltaban, por lo que no todos los manuscritos en el códice son del siglo IV. [33]

Varias Biblias han sido actualizadas a la luz de los descubrimientos más recientes, especialmente recurriendo a estos tres códices. Sin embargo, debido a que los manuscritos más antiguos, traducidos con base en mejores conocimientos y entendimientos de las lenguas y contexto en que fueron escritos, contradicen algunas creencias y doctrinas tradicionales, estas revisiones y actualizaciones han sido rechazadas por los fundamentalistas y por los creyentes aferrados a los dogmas antiguos. Un ejemplo claro de esto es 1 Juan 5:7-8. En la Reina-Valera de 1995 se lee “Tres son los que dan testimonio en el cielo: el Padre, el Verbo y el Espíritu Santo; y estos tres son uno. Y tres son los que dan testimonio en la tierra: el Espíritu, el agua y la sangre; y estos tres concuerdan”. Pero en la Nueva Versión Internacional, de 1999, se lee sólo ”Tres son los que dan testimonio, y los tres están de acuerdo: el Espíritu, el agua y la sangre”, que es similar a lo que aparece en las nuevas versiones de la Biblia del Vaticano y la Dios Habla Hoy.

Cuando don Casiodoro de Reina tradujo el Nuevo Testamento y luego don Cipriano de Valera lo revisó, las ediciones del texto griego que utilizaron se basaban en documentos del Nuevo Testamento muy tardíos, pues eran los únicos que se conocían en aquella época […]. Aquellos manuscritos sí contenían los versículos en cuestión. Sin embargo, con el pasar de los siglos Dios nos concedió la bendición de tener a nuestra disposición documentos mucho más antiguos y, por tanto, más cercanos a la época del Nuevo Testamento. En ellos no se encuentran los versículos mencionados. Hay que tomar en cuenta, además, que el Nuevo Testamento fue escrito en griego, y no se conoce ningún manuscrito griego antiguo que incluya esas palabras. Obviamente fueron introducidas primero en una traducción latina, y de ahí las tradujeron al griego, por lo que sólo aparecen en manuscritos griegos de los siglos XIV en adelante. Ninguna de las traducciones contemporáneas del Nuevo Testamento, de las que conocemos, incluyen esos textos, pues todas traducen de manuscritos antiguos. [34]
Este no es un descubrimiento tan reciente como parece. Ya en 1957 la “Biblia para el Intérprete” decía respecto a este pasaje de la primera epístola de Juan:

Este versículo en la King James ha sido retirado (en la Versión Revisada Estándar de 1946). No aparece en los manuscritos griegos antiguos y no es citado por ningún padre griego. De todas las versiones, sólo la latina lo contiene, e incluso no se halla en ninguna de sus fuentes más antiguas. Los manuscritos más antiguos de la Vulgata no lo tienen. Como nos recuerda Dodd en su libro ‘Epístolas de Juan’, «es citado por primera vez como parte de 1 Juan por Prisciliano, el obispo hispanorromano hereje, que murió en 385, y gradualmente se abrió camino dentro de los manuscritos de la Vulgata Latina hasta que fue aceptado como parte del texto autorizado en latín. [35]

La frase “el Padre, el Verbo y el Espíritu Santo; y estos tres son uno” también ha sido retirada de 1 Juan 5:7-8 en la traducción de la Biblia dirigida por Serafín de Ausejo en 1975, en la edición 1995 de la Biblia Latinoamericana, y en la traducción de la Biblia dirigida por los sacerdotes jesuitas españoles Luis Alonso Schökel y Juan Mateos. Scofield, doctor en Divinidad, confirma que está general y ampliamente aceptado que este pasaje no está respaldado por ninguna autoridad textual y es un inserto posterior. Kurt y Bárbara Aland, profesores de crítica bíblica textual moderna, aseguran que es imposible relacionar de forma alguna esta frase con el texto original de la Primera Epístola de Juan. Es por esto que, si bien muchos laicos cristianos, desconociendo esta realidad, siguen citando 1 Juan 5:7-8 como defensa de la doctrina de la Trinidad, ningún erudito bíblico serio recurre a este pasaje. ¿No se sentirán engañados esos laicos Cristianos al descubrir que su arma bíblica favorita de defensa es una mentira, un injerto hecho por un anónimo que vivió mucho tiempo después de la muerte de Jesús, de los Apóstoles e incluso de los Padres de la Iglesia?

Otros ejemplos son Mateo 17:21 y Juan 5:4, versículos que no aparecen en el códice Sinaítico y se consideran añadidos posteriores, el padrenuestro en Lucas 11:2-4, que es más corto en el códice Sinaítico que el que aparece en las Biblias actuales, y aún más corto en el códice Vaticano, las palabras “hijo de Dios” en Marcos 1:1, que no existen en estos códices, y 1 Timoteo 3:16, que no dice que Dios se haya encarnado. Hechos 8:37 también es una inserción hecha por un escriba posterior, por lo que ha sido rechazado por los eruditos bíblicos. Aunque sigue apareciendo en las últimas revisiones de la Reina-Valera, así como en la Nácar-Colunga y otras, este versículo aparece eliminado, o enumerado pero sin texto (en blanco) en la Biblia de Ausejo, la Dios Habla Hoy y la Nueva Versión Internacional, entre otras, que le dan igual manejo a Hechos 15:34, otra inserción hecha por un copista, y por lo tanto, otro texto que no formaba parte de los originales. La lista de versículos de los que no hay duda que fueron añadidos posteriores, y que por tanto han sido eliminados de las traducciones más reputadas de la Biblia, incluye a Mateo 18:11; Marcos 7:16, 9:44, 9:46, 11:26; Juan 5:4; Romanos 16:24; parte de 1 Juan 5:7 y parte de Lucas 9:56, 17:36 y 23:17.
También hay muchos casos documentados en los que incluso lugares geográficos son completamente diferentes de un manuscrito antiguo al siguiente. Por ejemplo, en el “manuscrito Pentateuco Samaritano”, Deuteronomio 27:4 habla del “monte Gerizim”, mientras en el “manuscrito Hebreo” el mismo versículo habla del “monte Ebal”. En Deuteronomio 27:12-13 podemos ver que estos son dos lugares muy distintos. Del mismo modo, Lucas 4:44 en algunos “manuscritos antiguos” menciona “Sinagogas de Judea”, en otros menciona “Sinagogas de Galilea”. Esto es sólo una muestra, una lista completa requeriría un libro completo dedicado a ella. [...] Respecto a Juan 8:1-11, los comentaristas de la Nueva Versión Estándar Revisada de la Biblia, de Oxford Press, dicen en letra muy pequeña al pie de la página: "Las autoridades más antiguas carecen de 7.53-8.11, otras autoridades agregan el pasaje aquí o después de 7.36 o después de 21.25 o después de Lucas 21.38 con variaciones en el texto; algunos marcan el texto como dudoso". Respecto a Marcos 16:9-20, se nos brinda, curiosamente, la opción de decidir cómo nos gustaría que terminara el Evangelio de Marcos. Los comentaristas ofrecen tanto un "final corto" como un "final largo". Por lo tanto, podemos elegir qué preferimos que sea la “palabra inspirada de Dios”. [...] Se encontró que los versículos Juan 7:53 a 8:11 (la historia de la mujer sorprendida en adulterio) no se encuentra en muchas de las copias antiguas de la Biblia disponibles para la Cristiandad de hoy, específicamente, el códice Sinaítico y el códice Vaticano. También se halló que Juan 21:25 fue una inserción posterior, y que un versículo del evangelio de Lucas (24:12) que muestra a Pedro encontrando la tumba vacía de Jesús, no se encuentra en los manuscritos antiguos. [...] 1 Timoteo 3:16 originalmente dice “Indiscutiblemente, grande es el misterio de la piedad: que se manifestó en carne”. Esto fue luego [...] cambiado a “Indiscutiblemente, grande es el misterio de la piedad: Dios fue manifestado en carne…" [35]
Uno de los añadidos cuya remoción en traducciones más actualizadas de la Biblia (en especial en traducciones al inglés) causa mucho escozor, es el de Mateo 3:17.  En la Reina-Valera de 1909 se lee “Este es mi Hijo amado, en el cual tengo contentamiento”, y en la Nácar-Colunga “Este es mi Hijo el amado, en quien tengo mis complacencias.” La versión 1995 de la Reina-Valera va más allá al traducir “Este es mi Hijo, el Amado; éste es mi Elegido.” Este es uno de los versículos en los que se sustentan los defensores de la doctrina de la Trinidad, junto con 1 Juan 5:7-8. Sin embargo, esta supuesta alusión a Jesús como “Hijo de Dios” no aparece en ninguno de los escritos de los Padres de la Iglesia Católica Romana ni en otras autoridades Cristianas, y según la Enciclopedia Británica, los críticos independientes han reconocido unánimemente que esta frase no se remonta a los tiempos de Jesús, sino que es un añadido posterior, al igual que 1 Juan 5:7-8 que, como ya vimos, fue agregado al texto bíblico en el siglo XIV. Resulta interesante anotar que, si los textos de Mateo 3:17 y 1 Juan 5:7-8 hubieran existido en los manuscritos más antiguos, habrían sido utilizados en el Concilio de Nicea, en el siglo IV, por los defensores de la Trinidad, para demostrar la herejía de Arrio.

Pero no sólo se trata de modificaciones que agregaron palabras, frases y hasta versículos completos a los textos más antiguos que conocemos, sino que en algunos de ellos puede verse que también se hicieron modificaciones para eliminar ciertas partes.
Las presuntas palabras de Jesús en la cruz “Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen” (Lucas 23:34) aparecían originalmente en el Códice Sinaítico paro fueron borradas posteriormente del texto por otro editor. Teniendo en cuenta cómo la Iglesia trataba a los Judíos en el Medioevo, ¿podemos pensar en otra cosa distinta a que este versículo se interponía en las políticas de la Iglesia y sus “inquisiciones”? [Ídem]

Ciertos grupos de cristianos aseguran que los versículos corregidos y omitidos en las traducciones más recientes de la Biblia son parte de algún tipo de conspiración demoníaca contra los creyentes, por lo que urgen a los fieles a aferrarse a traducciones más antiguas. En el caso de los protestantes hispanoparlantes, puede verse en muchos sitios y foros de Internet un constante llamado a no leer otra Biblia que la Reina-Valera de 1960, y algunos incluso insisten en que ninguna traducción es válida después de la versión de 1909 [37]. El rechazo por las nuevas actualizaciones de las traducciones bíblicas es un ejemplo de cómo, al no contar con los originales de los textos, y debido a las diversas versiones y a los distintos cánones surgidos desde poco después de la partida de Jesús, nunca ha existido acuerdo definitivo en cuanto a textos y mucho menos, doctrinas. Por ello el cristianismo se ha dividido en múltiples iglesias y sectas desde muy temprano. Ya a comienzos del siglo II había enfrentamientos entre cristianos de diferentes vertientes. Aún hoy día, pequeñas modificaciones en la Biblia dan pie al surgimiento de nuevas doctrinas e iglesias. Por ejemplo, una divergencia en la traducción de Génesis 1:1-2 ha dado surgimiento a la Teoría del Lapso. Muchos reclamos y afirmaciones de los cristianos fundamentalistas, se basan en las primeras traducciones al inglés de la versión King James, que hoy se sabe contiene numerosos errores. Los Testigos de Jehová basan sus doctrinas en una traducción propia de ellos, considerada de muy mala calidad por la mayoría de los eruditos. Esto no es de extrañar, si consideramos que la doctrina aceptada por las diversas denominaciones Católicas y Protestantes de la divinidad de Jesús, tiene una de sus bases en una traducción acomodada del texto bíblico. Los eruditos están de acuerdo en que pais theou significa “siervo de Dios” y así es aplicado a Moisés y otros Profetas. En el Nuevo Testamento, pais theou aparece 8 veces. En Lucas 1:54 se refiere a “Israel su siervo.” También está traducido como “siervo” refiriéndose a David en Lucas 1:69 y Hechos 4:25, y en Mateo 12:18 refiriéndose a Jesús. Sin embargo, el mismo término pais theou es traducido como “hijo de Dios” en relación a Jesús en Hechos 3:13, 26 y 4:27, 30. Esta traducción selectiva del mismo término es una clara manipulación del texto bíblico.

A veces, el simple cambio de sólo una palabra, incluso de sólo un signo de puntuación, puede cambiar por completo el sentido de una frase, o de un párrafo entero. ¿Qué podemos decir entonces de agregar o quitar párrafos enteros? Véase por ejemplo Marcos 6:11. En la Biblia Reina-Valera revisión 1995 el versículo consta de dos frases. La segunda (“De cierto os digo que en el día del juicio será más tolerable el castigo para los de Sodoma y Gomorra que para aquella ciudad”) no aparece en la Biblia Dios Habla Hoy de 2002. Igual ocurre con la frase “para que se cumpliera lo dicho por el profeta: «Repartieron entre sí mis vestidos, y sobre mi ropa echaron suertes»” de Mateo 27:35. En ambos casos, varias traducciones (entre ellas la Biblia Dios Habla Hoy, la de Ausejo, la Nácar-Colunga y la Biblia Latinoamericana) muestran que esas frases no forman parte de esos versículos en manuscritos anteriores al siglo IX, mientras que la Reina-Valera mantiene la traducción tomada de manuscritos del siglo X.

Y si agregar o eliminar párrafos enteros es ya un asunto grave, deberíamos escandalizarnos ante libros completos agregados o eliminados. Es aún tema de debate qué libros fueron añadidos de forma indebida a la Biblia, pero la Biblia misma nos dice que hay libros faltantes. En MisGod’ed, el Dr. Brown nos recuerda:

“1 Corintios 5:9 y 2 Corintios 2:3–9; 7:8–12 describen dos cartas paulinas que han desaparecido.  Pablo también habla de la “carta de Laodicea” en Colosenses 4:16 —¿dónde está esa? Por otra parte, entre 1 Crónicas 29:29, 2 Crónicas 9:29, y 2 Crónicas 12:15, se describe un total de seis libros perdidos en el Antiguo Testamento.”

De modo que no es de poca importancia el asunto de los cambios, errores, modificaciones, alteraciones y traducciones malas o liberales.



Conclusiones

A pesar de las afirmaciones categóricas de muchos cristianos, no contamos hoy día con textos “increíblemente fieles” a los originales. Una muestra clara de ello, adicional a todas las evidencias expuestas en este artículo, es el código de colores que utiliza el Jesus Seminar para identificar las palabras de Jesús registradas en el Nuevo Testamento. El Jesus Seminar, equipo de investigación por el que han pasado unos 200 eruditos bíblicos desde 1985, clasifica así las palabras de Jesús citadas en los manuscritos más antiguos que se conocen de la Biblia:
Rojo —Jesús dijo eso o algo muy parecido. Rosa —Jesús probablemente dijo algo parecido, aunque sus palabras han sufrido durante la transmisión. Gris —Esas no son sus palabras, pero las ideas se acercan a las suyas. Negro —Jesús no dijo eso, las palabras representan la comunidad Cristiana o un punto de vista posterior. [38]

Y los editores del Nuevo Testamento Griego, utilizan por su parte código alfabético para clasificar la confiabilidad de las diferentes vertientes textuales halladas en los manuscritos más antiguos:
Por medio de las letras A, B, C, y D, encerradas en “llaves” {} al comienzo de cada grupo de variantes textuales, el Comité ha tratado de indicar el grado relativo de certeza, logrado con base en consideraciones internas así como en evidencia externa, para la lectura adoptada como texto. La letra A significa que el texto es virtualmente cierto, mientras la B indica que hay cierto grado de duda. La letra C indica que hay un grado considerable de duda o que el aparato contiene la lectura superior, mientras que la D muestra que hay un alto grado de duda respecto a la lectura seleccionada para el texto. [39]

La realidad es que no tenemos certeza alguna sobre el grado de fidelidad de las revisiones más modernas de traducciones bíblicas en relación a los originales, ninguno de los cuales ha sobrevivido. Por mucho, podemos hacer una revisión que determine el grado de fidelidad con respecto al Códice Vaticano, del siglo IV, que es una copia incompleta de la Biblia. Incluso las traducciones más recientes de la Biblia, hechas con base en los manuscritos más antiguos descubiertos en los últimos 100 años, están limitadas por el hecho de que en dichos descubrimientos sólo se han hallado fragmentos de diferentes épocas.

Sabemos que los evangelios canónicos fueron originalmente escritos entre mediados del siglo I y comienzos del siglo II, y se cuentan entre los más antiguos de los más de 100 evangelios y protoevangelios de que se tiene noticia. Pero no sabemos qué tantos cambios pudieron tener entre su versión original y las que conocemos, aunque tenemos casos concretos de versículos que no son plenamente coincidentes entre diferentes traducciones ni entre diferentes versiones de un mismo idioma en una misma época, lo que prueba que sí se han dado alteraciones al texto original. Esto también queda claro en una lectura juiciosa de los cuatro evangelios bíblicos, que nos muestra una evolución teológica desde el Jesús humano y falible del que habla Marcos que sólo se refiere a sí mismo con la palabra “yo” 9 veces y que nombra el Reino de Dios 18 veces, hasta el Jesús divinizado de Juan que sólo nombra el Reino de Dios 5 veces mientras que habla de sí mismo diciendo “yo” 118 veces. Los evangelios más antiguos muestran a un Jesús cuya principal enseñanza fue la búsqueda del Reino de Dios, mientras que en Juan, el evangelio más tardío, Jesús aparece más preocupado por exaltarse a sí mismo.

Lucas 16:10 es un pasaje diciente respecto a qué podemos pensar de quienes faltan a la verdad y cambian el texto bíblico aún en lo más pequeño: “El que se porta honradamente en lo poco, también se porta honradamente en lo mucho; y el que es deshonesto en lo poco, también es deshonesto en lo mucho”. ¿Aquel que borró intencionalmente el versículo Lucas 23:34, y aquel que introdujo Marcos 16:9-20 con posterioridad, deben ser considerados personas inspiradas por Dios para corregir el texto bíblico original, o como gente deshonesta que alteró detalles de la Biblia para acomodarla a intereses humanos específicos?

Sabemos también que los evangelios más tempranos fueron recopilaciones de dichos de Jesús, estilo al que pertenecen Tomás y Felipe, y que es muy posible que el evangelio perdido Q sí haya existido y haya sido el más cercano a la verdadera enseñanza del Maestro. Tenemos evidencias fuertes de que los primeros cristianos no se preocupaban por la crucifixión ni por la resurrección, sino por las enseñanzas de Jesús. De hecho, la palabra “resurrección” no aparece en los evangelios. En palabras del Dr. Laurence B. Brown:

Es de resaltar que cuando la tumba fue visitada el domingo en la mañana, cada uno de los evangelios describe a Jesús como ‘levantado’. […] Lo que falta en la Biblia, sin embargo, es la declaración de que Jesús fue resucitado. Se reporta que Jesús dijo: «Salí del Padre, y he venido al mundo; otra vez dejo el mundo, y voy al Padre» (Juan 16:28). ¿Pero eso en qué lo diferencia de cualquiera de nosotros? ¿Y dónde dice Jesús que moriría y resucitaría en el proceso? La palabra ‘resucitado’ no se halla en ninguna parte, la palabra ‘levantado de la muerte’ es mencionada unas cuantas veces, pero nunca por el propio Jesús. Y es notable que muchos Cristianos de los siglos II y III no creían que Jesús hubiera muerto. [40]

Si bien en las traducciones de la Biblia al español aparece la palabra “resucitado” en pasajes como Mateo 28:6, en otros idiomas tal palabra no existe. En inglés, por ejemplo, en la versión King James, dice “for he is risen” (pues se ha levantado), y en ninguna parte de la Biblia se muestra a Jesús diciendo que morirá y resucitará. La expresión “levantarse de la muerte” es generalmente utilizada de forma metafórica, y de hecho la muerte es usada metafóricamente con frecuencia en la Biblia, de modo que no necesariamente implica una resurrección.

Muchos afirman con base en la evidencia, que para los primeros Cristianos la salvación no estaba en creer en la resurrección sino en llevar una vida recta, siguiendo el ejemplo de su Maestro, así que les resultaba vital mantener la memoria de lo que él les enseñó, y no de la forma como murió. Si los evangelios más tempranos fueron colecciones de Logia (dichos) al estilo de Q, Tomás y Felipe, éstos se asemejan más al registro de la Sunna (que recopila para los musulmanes las enseñanzas de Mujámmad) que a los evangelios canónicos. En términos islámicos, estos evangelios tempranos serían la Sunna (tradición) del profeta Jesús, y cuando el Corán habla del Evangelio se referiría a la Sunna original (ni siquiera Q, sino la fuente oral en que se basó Q) y no a los evangelios canónicos. Pero no tenemos los originales de Tomás ni de Felipe, no conocemos un solo fragmento de manuscrito perteneciente a Q, por tanto nuestro conocimiento sobre el verdadero contenido original de la Sunna de Jesús, es decir, nuestro conocimiento sobre lo que realmente dijo, hizo y enseñó Jesús, es prácticamente nulo.

Como sea, la conclusión definitiva es que no podemos hablar de una única Biblia. Como mínimo, debemos hablar de cuatro biblias: hebrea, católica, copta y  protestante. Cada una de estas Biblias cuenta con diferente número de libros, en distinto orden, y cuando hay libros coincidentes varias veces ocurre que en una Biblia el libro aparece con más versículos que en otra. Cada Biblia de estas ha tenido su propia historia, sus propias dificultades a la hora de establecer un canon único, sus propios vericuetos textuales entre traducciones, versiones, manuscritos perdidos, etc. A diferencia de los musulmanes, que cuentan con una tradición oral gracias a la cual, memorizadores del Corán lo han transmitido de generación en generación, manteniendo inalterado el texto sagrado del Islam a lo largo de más de 14 siglos, los cristianos no cuentan con dicha tradición y dependen únicamente de la transmisión escrita de sus textos sagrados. Habiéndose perdido los textos originales, y habiéndose encontrado a lo largo de los siglos múltiples evidencias de cambios en los textos, entre no-intencionales (errores de traducción o de transcripción) y deliberados (licencias poéticas, tergiversaciones para imponer una teología en particular, etc.), no sólo es imposible determinar el grado de fidelidad y de confiabilidad de cada traducción actual con respecto a los libros originales, sino que ha sido imposible unificar un texto bíblico único y peor aún, ha sido imposible unificar unas doctrinas judías y cristianas universales. Por el contrario, ningún texto sagrado ha dado lugar a dos grandes religiones divididas a su vez (especialmente el cristianismo) en tan grande y variada multitud de iglesias y sectas, como la Biblia. Y esto se debe a la gran variedad de versiones del texto bíblico presentes incluso en los manuscritos más antiguos. El Diccionario de la Biblia para el Intérprete dice al respecto:

Es seguro decir que no hay UNA SOLA FRASE en el Nuevo Testamento en la que la tradición manuscrita sea completamente uniforme. [41]

En definitiva, a diferencia del Corán cuyo texto en árabe es uno solo, único, sin cambios, alteraciones ni enmendaduras desde la época en que fue revelado por vez primera a la humanidad, la Biblia no es fuente confiable de información sobre la vida de los profetas, sobre la vida de Jesús y María, ni como guía clara para la humanidad, pues todos los libros que la conforman han sufrido un gran número de cambios, modificaciones, añadiduras y sustracciones a lo largo de los siglos. Mientras en el Corán encontramos la historia de María y de su hijo Jesús, así como las historias de Moisés, Abraham y otros profetas, de forma clara y sin enmendaduras, la Biblia nos muestra historias distorsionadas de los profetas, en las que muchas veces los muestra como verdaderos criminales o como semidioses. En palabras de Bart Ehrman, erudito bíblico estadounidense, doctor en divinidad, experto en paleocristianismo y jefe del Departamento de Estudios Religiosos en la Universidad de Carolina del Norte:

Hay más deficiencias en nuestros manuscritos bíblicos, que palabras hay en el Nuevo Testamento. [42]

Notas en torno a los Rollos del Mar Muerto, la Biblioteca de Nag Hammadi, los Papiros de Oxyrhynchus, el Diatessaron, el fragmento 7Q5, la Hipótesis de Q, y los Códices Sinaítico, Vaticano y Alejandrino.


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NOTAS

[1] LOS ROLLOS DE QUMRÁN. Pedro Gringoire. Edamex, S.A. de C.V. México, 2000.

[2] DE CÓMO LA BIBLIA HA CAMBIADO CON EL TIEMPO. Néstor Pedraza. Mensajes en la Ruta. Bogotá, Colombia. 2009. (http://mensajesenlaruta.blogspot.com/2010/03/de-como-la-biblia-ha-cambiado-con-el.html).

[3] APÓCRIFOS DEL ANTIGUO TESTAMENTO. Literatura Extrabíblica. (http://extrabiblica.tripod.com/index.html).

[4] ¿TANAJ O BIBLIA? Yehuda Ribco. Ser Judío. Montevideo, Uruguay. 2002. (http://serjudio.com/rap1601_1650/rap1639.htm).

[4b] HONESTIDAD PARA JESÚS, JESÚS PARA UN NUEVO MILENIO. Robert Walter Funk. Estados Unidos. 1996.

[4c] LA FORMACIÓN DEL CANON DEL NUEVO TESTAMENTO. Dr. Fernando D. Saraví. Iglesia de los Libres. Mendoza, Argentina. 2000. (http://www.conocereislaverdad.org/elcanonbiblico.htm).

[4d] EARLY CHRISTIAN DOCTRINES. John Norman Davidson Kelly. Estados Unidos. 1978.

[5] “De estos también profetizó Enoc”, Judas 1:14.

[6] THE FORMATION OF THE NEW TESTAMENT CANON. Richard Carrier. Internet Infidels Inc. Texas, USA. 2000. (http://www.infidels.org/library/modern/richard_carrier/NTcanon.html). Véase también http://es.fairmormon.org/Escrituras_perdidas.

[7] NUEVO TESTAMENTO. Artículo de Wikipedia. (http://es.wikipedia.org/wiki/Nuevo_Testamento).

[8] “El hecho es que no existe «una tradición manuscrita» para ninguno de los libros de la Biblia, y que mediante la reconstrucción de un manuscrito arquetípico a partir del análisis de los manuscritos disponibles, incompletos y llenos de errores, los eruditos están logrando una aproximación más fiable a la tradición manuscrita original —que de otra forma está completamente perdida. En tanto todos los manuscritos contienen errores, es imposible tomar uno y decir que ese y sólo ese es verdadero, pues claramente no puede serlo. La única forma de reconstruir un manuscrito verdadero, es cotejando y analizando muchos manuscritos. Aunque rara vez esto puede lograrse por completo, es un hecho que un manuscrito reconstruido por los eruditos está mucho más cerca de lo que, por ejemplo, escribió Pablo, que cualquier manuscrito existente.” TWO EXAMPLES OF FAULTY BIBLE SCHOLARSHIP. Richard Carrier. Internet Infidels Inc. Texas, USA. 1999. (http://www.infidels.org/library/modern/richard_carrier/bible.html).

[9] DIATESSARON, EL EVANGELIO DE TACIANO. Los Evangelios Apócrifos. Edmundo González Blanco. (http://escrituras.tripod.com/Textos/Diatessaron.htm).

[10] EN DEFENSA DE LOS EVANGELIOS. La Atalaya. Publicación de los Testigos de Jehová. Vol 131, No. 5. 2010.

[11] TATIAN’S CHRISTOLOGY AND ITS INFLUENCE ON THE COMPOSITION OF THE DIATESSARON. Peter M. Head. Tyndale Bulletin. 1992. (http://www.earlychurch.org.uk/pdf/tatian_head.pdf).

[11b] “El Diatessaron compila con gran ingenio los relatos de los cuatro Evangelios canónicos, siguiendo básicamente el marco de referencia del Evangelio de Juan. Prácticamente no contiene otro material, excepto unos pocos textos provenientes del apócrifo conocido como Evangelio de los Hebreos.” LA FORMACIÓN DEL CANON DEL NUEVO TESTAMENTO. Dr. Fernando D. Saraví. Iglesia de los Libres. Mendoza, Argentina. 2000. (http://www.conocereislaverdad.org/elcanonbiblico.htm).

[12] PRIMER CONCILIO DE NICEA. H. Leclercq. Traducción al español por Juan Ramón Martínez. Enciclopedia Católica. New York, USA. 1999. (http://ec.aciprensa.com/c/concinicea.htm).

[13] HISTORIA ECLESIÁSTICA. Eusebio de Cesárea. Barcelona, España. 1988. (http://www.scribd.com/doc/12943203/Historia-Eclesiastica-Eusebio-de-Cesarea-).

[14] “La matanza de niños judíos (una acción horrorosa, supuestamente decretada en el momento del nacimiento de Jesús, y que Herodes no podía ocultar, dice Mateo) ni siquiera se menciona en los escritos de Flavio Josefo, quien documenta por lo general con júbilo y fruición cada uno de los hechos reprensibles del rey. Sobre todo durante los últimos años de su reinado, Herodes maltrató a mucha gente, y por lo tanto es curioso que Josefo no haya hecho la más mínima alusión a la atrocidad cometida contra los niños de Judea.” EL JESÚS DESCONOCIDO. Donald Spoto. Traducción del inglés al español por Carlos Gardini y Fernando Mateo. Javier Vergara Editor. Grupo Zeta. Buenos Aires, Argentina. 1999.

[15] THE LITTLE KNOWN LITERARY BATTLES BETWEEN THE GOSPEL WRITERS. James W. Deardorff. Internet Infidels Inc. Texas, USA. 1999. (http://www.infidels.org/library/modern/james_deardorff/battles.html).

[16] CONTEXTO DE LOS CUATRO EVANGELIOS. (http://www.scribd.com/doc/8406767/Contexto-de-Los-Cuatro-Evangelios).

[17] EL FINAL DEL EVANGELIO DE MARCOS. Parroquia San Vicente Ferrer. 2009. (http://webs.ono.com/parroquiasanvicente/marcos6.htm).

[18] Véase el artículo LA TRADUCCIÓN. Aníbal Nazoa. Introducción por Néstor Pedraza. Mensajes en la Ruta. Bogotá, Colombia. 2010. (http://mensajesenlaruta.blogspot.com/2010/02/la-traduccion.html).

[19] LAS TRADUCCIONES ANTIGUAS DEL NUEVO TESTAMENTO. Daniel Alejandro Flores. El Texto Bíblico. (http://eltextobiblicont.blogspot.com/2006/12/800-las-traducciones-antiguas-del-nuevo.html).

[20] EL EVANGELIO PERDIDO, EL DOCUMENTO “Q”. Juan José Sánchez. 2009. (http://historiacristianismo.suite101.net/article.cfm/el_evangelio_perdido_el_documento_q).

[20b] THE REAL JESUS. Frederick Fyvie Bruce. Hodder & Stoughton Religious. UK. 1985.

[20c] THE NEW TESTAMENT: ITS BACKGROUND, GROWTH AND CONTENT. Bruce Metzger. James Clarke & Co. Cambridge. UK. 2003.

[21] WHERE IS THE INJIL: THE Q DOCUMENT OR 'Q?' ZIA SHAH. (http://knol.google.com/k/zia-shah/where-is-the-injil-the-q-document-or-q).

[22] PAPIROLOGÍA: EL PAPIRO OXYRHYNCHUS 4499 Y EL NÚMERO DE LA BESTIA. Gerardo Jofre. Arqueólogos. 2009. (http://www.arqueologos.org/arque-bibli/101-papirologiael-papiro-oxyrhynchus-4499-y-el-numero-de-la-bestia.html).

[23] Véase http://www.mercaba.org/FICHAS/upsa/tema_03_4.htm.

[24] EL EVANGELIO DE TOMÁS. Oscar Carlos Cortelezzi. Buenos Aires, Argentina. (http://chopperx.8m.com/evantomas.html).

[25] Q THE EARLIEST GOSPEL: AN INTRODUCTION TO THE ORIGINAL STORIES AND SAYINGS OF JESUS. John S Kloppenborg. Westminster John Knox Press, 2008.

[26] MÁS ALLÁ DE UN MERO CRISTIANISMO. Brandon Toropov. Traducido del inglés al español por Isa García. Mensajes en la Ruta. Bogotá, Colombia. 2009. (http://mensajesenlaruta.blogspot.com/2009/11/mas-alla-de-un-mero-cristianismo.html).

[27] 7Q5: CAMBIAR LA PREGUNTA. Reynaldo Albeiro Rodas. Monografías.com. 2002. (http://www.monografias.com/trabajos21/cambiar-pregunta/cambiar-pregunta.shtml).

[28] EL PAPIRO 7Q5 DE QUMRÁN, SU IDENTIFICACIÓN Y SUS IMPLICACIONES. Historia Iglesia. Sakellarios. 2006. (http://www.mundolaico.com/textos/historia/7q5.php).

[29] UN PAPIRO REVOLUCIONARIO: 7Q5. Entrevista al padre O’Callaghan, por Germán Mckenzie González. Lima, Perú. 1995. (http://www.clerus.org/clerus/dati/2004-06/22-15/sb7q5.html).

[30] LA TRANSMISIÓN DEL TEXTO BÍBLICO LATINO. José Manuel Cañas. Instituto de Filología. Madrid, España. (http://digital.csic.es/bitstream/10261/20415/1/20090929085023562.pdf).

[31] PRIMER TEXTUS RECEPTUS GRIEGO. Dr. Gonzalo Báez Camargo. Sociedades Bíblicas Unidas. 2008. (http://labibliaweb.com/?p=2093).

[32] CONSTANTIN VON TISCHENDORF AND HIS COLLECTION. T. Romanova. National Library of Russia. (http://www.nlr.ru/eng/exib/CodexSinaiticus/tish.html).

[33] CÓDICE VATICANO. U. Benigni. Traducción al español por Pedro Royo. Enciclopedia Católica. Enciclopedia Católica. New York, USA. 1999. (http://ec.aciprensa.com/c/codicevaticano.htm).

[34] ¿POR QUÉ EL TEXTO DE 1 JUAN 5.7B-8A NO APARECE EN TRADUCCIONES DE LA BIBLIA COMO LA DIOS HABLA HOY? Dr. Plutarco Bonilla. Sociedades Bíblicas Unidas. 2004. (http://labibliaweb.com/?p=99).

[35] THE INTERPRETER’S BIBLE. Abingdon Press. Nashville, USA. 1957.

[36] CHRISTIAN SCHOLARS RECOGNIZE CONTRADICTIONS IN THE BIBLE. Misha’al ibn Abdullah. 2009. (http://www.islamreligion.com/articles/584).

[37] Véase http://verdaderavida.wordpress.com/2008/11/25/alerta-acerca-de-la-nueva-version-internacional-nvi.

[38] HONESTIDAD PARA JESÚS: JESÚS PARA UN NUEVO MILENIO Robert Walter Funk, director del Jesus Seminar. 1996.

[39] EL NUEVO TESTAMENTO GRIEGO. Segunda Edición. Sociedades Bíblicas Unidas. 1968.

[40] MISGOD’ED. Dr. Laurence B. Brown. 2010.

[41] THE INTERPRETER'S DICTIONARY OF THE BIBLE. George Arthur Buttrick (Editor). 1962.

[42] Citado en MisGod'ed.


Fuentes adicionales a las citadas en las Notas

LOS TEXTOS SAGRADOS FRENTE A LAS CIENCIAS MODERNAS. Said Abdunur Pedraza. (Inédito).

EL EVANGELIO PERDIDO Q. Compilado por Mark Powelson y Ray Riegert. Traducción del inglés al español por Carlota Gedovius. Edamex, S.A. de C.V. México, 2000.

SANTA BIBLIA. Versión Reina-Valera. Revisión 1997. Sociedades Bíblicas Unidas. Brasil. 1997.

WIKIPEDIA.



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1 comments:

Mario P dijo...
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